Ya tenemos elecciones, convocadas para el día 20 de Noviembre. Dos candidatos en liza para sustituir a quien, sin duda, ha sido el peor presidente de España durante la democracia, don José Luis Rodríguez Zapatero: por el PSOE Alfredo Rubalcaba y por el PP Mariano Rajoy.
Parece razonable conjeturar que las urnas castigarán severamente al aspirante socialista y será el popular quien obtenga el triunfo electoral. ¿Sucederá así? No lo sé, pero albergo ciertas dudas al respecto.
La hipotética llegada de Rajoy a la presidencia del gobierno sería debida, probablemente, más a deméritos ajenos que a merecimientos propios. ¡Mira que lo ha tenido fácil este hombre! Enfrente se ha encontrado durante dos legislaturas a un gobierno, nacido en unas circunstancias más que sospechosas, que ha ido dando tumbos de disparate en disparate: zozobrando en las procelosas aguas de una crisis económica sin precedentes y con una cifra récord de desempleados a la que no ha intentado poner coto más que tarde, mal y arrastro; tolerando el regreso de los pro etarras a las instituciones; promoviendo el enfrentamiento entre españoles por cuestiones acaecidas hace tres cuartos de siglo; promulgando leyes (en abierta oposición al texto constitucional) claramente discriminatorias; convirtiendo a España en un país de segundo rango en el concierto internacional…
Aun así, con sobrados argumentos para incidir sobre la nula capacidad del gobierno socialista para llevar a cabo una gestión gubernamental mínimamente eficaz, Rajoy parece haber cifrado todas sus esperanzas de llegar a la Moncloa protagonizando una pasiva cabalgada a lomos de ese caballo desbocado llamado crisis económica, previsión tal vez no descabellada pero que no está exenta de múltiples riesgos: a don Mariano le han faltado carisma, valor y coraje. Y se va a jugar el tipo frente a un rival electoral de primerísimo nivel y maestro en mil artimañas: sólo de esta forma se puede calificar a Rubalcaba.
Rubalcaba tiene a sus espaldas una larga trayectoria política. Formó parte del equipo de Felipe González, presidente éste de infausto recuerdo: fue aquella la época de la corrupción en grado máximo, del chapucero terrorismo de estado y del entierro de Montesquieu entre otros logros. En armonía con Zapatero, se convirtió Rubalcaba en la cara visible de la manipulación electoral del 11-M o de la bajada de pantalones frente a ETA, por ejemplo, adornado cual vulgar cabaretera con vistosas plumas de faisán, bajo las cuales sueña con un PSOE como el de hace cien años mientras oculta celosamente en lo más profundo de su cerebro los arcanos que permitirán atar a los chuchos con longanizas.
Que un tipo con esta ejecutoria pública sea el candidato del PSOE no debe, en principio, extrañar a nadie. Tampoco debe extrañar que, según recientes encuestas, la distancia entre el PSOE y el PP se haya recortado y que Rubalcaba sea más valorado que Rajoy. Decía anteriormente que Rubalcaba es un rival de primerísimo nivel: viendo su currículum parece claro que, para estar donde está, su inteligencia, su falta de escrúpulos y su capacidad demagógica, agitadora y manipuladora son más que notables, y estas cualidades no pueden ser minusvaloradas por el líder popular. Tendrá que espabilar por tanto el señor Rajoy, no dejarse comer el terreno y no menospreciar las poderosas armas del señor Rubalcaba durante la virulenta campaña electoral que nos espera: tal vez no peligre tan sólo una hipotética mayoría absoluta del Partido Popular, incluso puede peligrar su propia presencia en la cabecera del banco azul.
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 30 de julio de 2011
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