Sin llegar a estar contento porque Rubalcaba haya ganado las primarias socialistas, ya que se trata de un sujeto de cuidado cada vez que ha contado con algún poder (y ahora no va a tenerlo después de que el PSOE lo haya perdido todo tras las elecciones andaluzas), creo que su victoria al frente de los socialistas nos perjudica menos a los españoles que en el caso de que hubiera ganado lo que Leguina definió con gran acierto como "la Zapatero con faldas", es decir, una atolondrada Carme Chacón sumamente influenciable y mucho más propensa a llamar a las barricadas. Simplemente es así puesto que España le importa una higa a la nacionalista catalana y cada vez que alude a nuestra nación lo hace en la medida de sus intereses personales.
Rubalcaba, por el contrario, creo que será más dialogante con el gobierno Rajoy y es posible que lleguen a unos pocos acuerdos beneficiosos para los ciudadanos antes de que se aproximen las siguientes generales. Luego, a mediados de 2015, cercanas las elecciones, cambiará el chip y volverá a ponerse su careta farsante de toda la vida. De modo que la demagogia le hará decir que cualquier mal, comenzando por el desastre de la guerra de Cuba, es culpa de Rajoy. Semejante hecho lo hemos visto ya en los últimos años zapaterinos, cuando esos pájaros culpaban a Aznar hasta de la invasión musulmana en el 711.
El socialismo no tiene arreglo, eso está claro y más que demostrado a través de sus ciento y pico de años de degeneración moral y ética. En lo económico, nos ha llevado a la ruina cada vez que ha logrado algún poder, sea nacional (con perdón), regional o local. En la derecha surge de vez en cuando algún que otro manirroto, pero en la izquierda es la norma usual y no puede ser de otro modo al necesitar los socialistas la compra de miles de voluntades mediante el enchufe o la prebenda. Pues bien, esa situación en la que se reparten las canonjías entre los amigachos ahora no es posible al no poseer gobiernos casi en ninguna parte, luego si el dirigente socialista hubiera sido Chacón, una nena bastante radical, el recurso inmediato hubiera sido poner en marcha el plan B: echarse a la calle junto a los sindicatos o al frente de ellos.
De ahí que me parezca más aceptable el triunfo de un Rubalcaba dispuesto a concederle al PP dos o tres años de respiro, que será así mientras él lamina en su partido cualquier amago de oposición y se consolida en el cargo. Tras ese plazo, francamente no quiero ni pensar lo que pueda ocurrir. Eso sí, Rajoy tendrá mucho que decir a la hora de consentir cualquier alboroto. Y no olvidemos que sobre el nuevo jefe sociata planea la sombra del faisán.
Autor: Policronio
Publicado el 5 de febrero de 2012
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