No sé si la reforma de la Constitución que han acordado PP-PSOE va a servir para algo serio, puesto que siempre cabe un gobierno derrochón, sea nacional sea autonómico, que se pase por detrás cualquier artículo de cualquier ley. Valga como ejemplo lo que practica la Generalidad catalana respecto a las lenguas, que hace caso omiso a la Constitución, al Supremo y al Constitucional, además de las sentencias del TSJC. Y no les pasa nada a esos politicastros sinvergüenzas que desobedecen y prevarican, cuando hay razones más que sobradas para que unos cuantos de ellos estuvieran procesados, a punto de entrar en prisión y desde luego inhabilitados a perpetuidad para el ejercicio de cargo público.
Ahora bien, volviendo a la reforma del artículo 135 de la Constitución, debo decir que en principio no parece ningún disparate, ya que nunca está de más establecer en nuestra ley fundamental la disciplina presupuestaria para todas las administraciones. En realidad, todo va a depender de las sanciones que incorpore la ley y de la voluntad del gobierno de turno para imponerlas. De lo contrario, como se ha venido haciendo hasta ahora, muy especialmente en la interminable etapa de Zapatero, dejaríamos un enorme baldón económico a las generaciones siguientes. Un baldón aún mayor, debe entenderse, ya que el endeudamiento al que nos ha llevado el inconsciente al frente del Gobierno hará que el crujir de dientes suene durante largos años. Eso sí, hablo de un inconsciente rodeado de sabandijas tan torpes como aprovechadas.
Una muestra de que algo bueno debe tener la reforma no radica en la amplia mayoría que ha aprobado su toma en consideración (318 diputados), sino en la "calidad" ideológica de los parlamentarios que han votado en contra: nacionalistas y comunistas (16). De entre estos últimos, el más hipócrita ha sido un tal Durán, de CiU, que de entrada ha soltado la siguiente frase: [La reforma supone la] "ruptura del proceso constituyente". "La Constitución es y existe gracias a todos, pero si fuese por algunos diputados, ni siquiera existiría". Y eso lo afirma precisamente el representante de una coalición que allá donde gobierna viene incumpliendo sistemáticamente nuestra Carta Magna. ¡Será farsante! Con todo, la reforma se queda muy corta para lo que en realidad necesita España, que no es algo distinto a otro modelo de estado donde no sean los nacionalistas los que decidan. Es decir: una España sostenible. Impidiendo la posibilidad del chantaje económico, ¿se habrá dado el primer paso?
Autor: Policronio
Publicado el 30 de agosto de 2011
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