Rajoy no debería dejarlo todo en manos de la economía, no debió hacerlo en campaña electoral y mucho menos cuando gobierne. Cierto que la situación mejorará lentamente en cuanto se adopten medidas de contención respecto al derroche y la malversación generalizada del erario que han practicado los socialistas. Aún así, no se corregirán con rapidez las cifras de desempleo ni se calmarán algunos focos radicales que no cesan de exigir lo imposible. En tal sentido, es preciso que el nuevo presidente del Gobierno de España dé un puñetazo sobre la mesa ante los caprichosos y les deje claro quién manda. El puñetazo debería ir acompañado de una frase semejante a esta: ¡Tomad nota, nacionalistas, vuestras amenazas de referéndum se volverán contra vosotros!
Y es que los nacionalistas vascos, encabezados por el PNV y sus colegas de Amaiur, amenazan día sí y día también con plantear un referéndum de autodeterminación en cuanto dispongan de la ocasión propicia (probablemente cuando ganen las siguientes autonómicas) si el PP no comienza a conceder ¡ya! el tercer grado a los presos etarras después de acercarlos al País Vasco. Vamos, que en cuestión de días todos los terroristas deberán estar en la calle. Patxi López, a todo esto, clama igualmente por el acercamiento de presos y otras medidas de "gracia" que en cualquier país con mayor arraigo democrático serían impensables para unos criminales, varios de ellos asesinos en serie.
Los nacionalistas catalanes, por su parte, hace tiempo que claman por lograr el pacto fiscal, según el cual ellos deberán recaudar todos los impuestos y además decidir la parte que irá destinada a los servicios que en esa comunidad recibe del Estado, que serán valorados muy a la baja como hacen los nacionalistas vascos, por supuesto. De lo contrario, amenazan con un referéndum por las bravas. Veamos la jugada: Cuando el gobierno nacionalista catalán pregunte a la población si quiere un montón más de pasta en su bolsillo o bien impuestos mucho más bajos, que ya se encargará la propaganda de dejar claro que el SÍ supondrá vivir en el País de Jauja, la victoria será de escándalo en favor de la propuesta, como igualmente lo sería —no nos engañemos— en cualquier otra comunidad donde llevasen años afirmando algo así: "Madrid nos roba, queremos todo nuestro dinero y una parte añadida".
Es decir, los nacionalistas catalanes quieren exactamente lo mismo que asombrosamente tienen ya en el País Vasco y Navarra, dos ejemplos de desigualdad ante la ley que jamás debieron de aceptarse en la Transición y que deberían desaparecer a no tardar en lugar de emularlos. Espantoso es especialmente el caso de las Vascongadas, donde se sabe que no destinan ni un euro para solidaridad entre las comunidades sino que, muy al contrario, somos el restos de los españoles los que debemos complementar las pensiones de unos jubilados vascos que, dicho sea de paso, ganan bastante más que en el resto de España y suponen un déficit anual cercano a los mil millones de euros.
Nada más fácil para frenarles el ímpetu a los nacionalistas de todo pelaje que recuperar una ley anulada por Zapatero, el cual fue chantajeado en su momento, para derogarla por quienes entonces fueron sus socios parlamentarios. Una ley según la cual se tipifica como delito convocar cualquier tipo de referéndum sin la autorización previa del Gobierno de la Nación. Así, pues, primer puñetazo sobre la mesa: Recuperar la pena de prisión para los sediciosos que actúen mediante la coartada de un referéndum. ¡Y a ver quién puede más! Claro que como no se utiliza el mismo idioma entre un demócrata y un nacionalista, si se desea omitir el puñetazo sobre la mesa hay otros gestos perfectamente interpretables. Se sugiere el que antecede a este párrafo.
Autor: Policronio
Publicado el 30 de noviembre de 2011
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