sábado, 1 de diciembre de 2018

Por sus hechos les conoceréis: Felicitación del PSOE para el 2011 (II)


Hoy en día todo son facilidades para que los políticos tengan ocasión de lucrarse. Como lo del endeudamiento de las entidades públicas: Gobierno, Comunidades, Municipios. Si las colectividades con rango administrativo, como una familia o una empresa, deben administrar sus ingresos y gastar de acuerdo con ellos, es inadmisible que se permita a cualquier corporación pública endeudarse por miles de millones. Se entrampan a menudo durante mucho más de dos ejercicios económicos, puesto que se está emitiendo deuda a 10 o 20 años vista. Asombrosamente, derrochan lo que ha de recibir la “hornada” que les suceda, a la que priva de su uso. Se apuntan así un mérito que no les corresponde, incluso en el supuesto de que esas partidas logradas mediante el endeudamiento vayan destinadas siempre a un fin confesable. Es como si en un regimiento el coronel mandará preparar unos suntuosos menús, empleando en ello los créditos asignados a fechas posteriores. Desde luego que sería alabado por sus soldados, pero ¿cuál sería la situación de esos mismos soldados en ejercicios económicos siguientes? ¿Con qué dinero comerían?

Actividades como estas son las que dan lugar a la  vox populi de que escasos son los políticos que se reintegran a la vida particular con el mismo capital que tenían al iniciar la pública. Se piensa que la mayor parte de ese capital tiene su origen en los porcentajes fantasmas. Y para ello hace falta firmar muchos, muchos contratos. No quiero decir que TODOS los políticos sigan esas costumbres, pero la experiencia da lugar a no ser muy optimista. Es fácil: cierto Alcalde de Madrid, don X.X.X. cuando se hizo cargo de la alcaldía carecía de capital, pues solo disponía de su sueldo como catedrático, que no es una miseria, pero tampoco como para lujos excesivos. A los dos años de haber entrado de alcalde adquirió en Mirasierra, un barrio de Madrid próximo al mío, un chalet que le costó 50.000.000 de pesetas (de las de entonces; una cantidad muy considerable). Me dijeron que había pagado veinte millones en dólares y el resto en pesetas. Suponiendo que no hubiera gastado nada en comer ni otros “vicios” semejantes: ¿podía, con su solo sueldo y emolumentos de alcalde, haber ahorrado ese dinero en dos años?

Deseo aclarar, aunque ya lo he hecho en anteriores comentarios, que soy vecino del que fue alcalde de Madrid, don  José María Álvarez del Manzano. Este señor, cuando cesó en el cargo tras ocuparlo durante 12 años, seguía viviendo en la misma casa, con la misma esposa y sin más lujos que los propios a su posición social. Lo hizo muy bien y empleó lo recaudado en atender a las necesidades de Madrid y a adecentarlo, puesto que lo había recibido de sus antecesores, Sres. Barranco y Tierno Galván, hecho un asco, un sucio vertedero, con unas aceras levantadas que daban lugar a caídas y tropezones. Desconozco por qué cesó como alcalde. Tal vez constituía un mal ejemplo a causa de su honradez.

Y que esta catástrofe había de suceder como consecuencia inmediata de la famosa Transición, era asunto al alcance de cualquiera. Era lógico: basta echar una mirada a la Historia para ver que, en tiempos de bonanza, cuando un pueblo es consultado por los poderes públicos mediante la fórmula de “un hombre: un voto” suele responder de acuerdo con la petición de los autores de la consulta, que se cuidan a tiempo de promover la propaganda adecuada, y así resulta. ¿Recordáis los célebres plebiscitos de Franco, que tenían respuesta afirmativa lindando en la unanimidad del 100% del censo, nunca menos del 97%?  Y todo sin posible trampa ni cartón: cierto. Aunque aquellos plebiscitos tenían resultados positivos, y no destructores como el que estamos tratando.

Autor: Rogelio Latorre
Publicado el 22 de febrero de 2011

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