El 20 de noviembre de 1975, comandos de asalto, formados en la Unión Soviética y Argelia, al mando del Capitán Lozano, padre, que no abuelo de ZP, penetran en el Palacio de El Pardo, sede de la Jefatura del Estado, con un solo objetivo: ajusticiar al Dictador.
Un año antes de la “Operación Alcázar”, nombre impuesto al ataque, que acabaría en magnicidio, por la Internacional Socialista, que financió la operación, la quinta columna irrumpió, definitivamente, en el ámbito universitario, además de en las redacciones de los principales periódicos del Régimen, dejando el puro agitprop a los panfletos editados por los partidos proletarios, cada vez más envalentonados ante la cobardía del Régimen, a punto de fenecer.
Su labor fue impagable. Dejando de lado el estupor producido por la muerte del Dictador, no se produjeron algaradas ni nada parecido, organizadas por las gentes favorecidas por el Régimen que acababa de morir. La población fue consciente, en su mayor parte, de que no había otra salida y esa heroicidad fue premiada con las sucesivas victorias socialistas en las urnas, con el paréntesis 1996-2004, propiciado por una oscura alianza del fascio internacional, cuya cabeza visible lo constituía el trío de las Azores, con importantes conexiones en el sindicato del crimen, siempre hilo conductor de la extrema derecha estatal, favorecida hasta el escándalo por Esperanza Aguirre.
Ese 20 de noviembre de 1975, el fascismo fue derrotado y desarmado, con la muerte, por ejecución, de su líder máximo: Franco. Y el que diga lo contrario es un fascista, al que hay que encarcelar a la mayor brevedad posible. Y el próximo 20-N, el fascio correrá la misma suerte. Por las buenas, harto improbable, o por las malas, que no será por falta de ganas.
Esto es lo que nos espera hasta esa fecha. Después, Dios dirá. Y si se empeña en escribir derecho en renglones torcidos, ¡cuánto os voy a echar de menos! O sea, que me voy con la música a otra parte.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 30 de julio de 2011
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