sábado, 1 de diciembre de 2018

Obama y las revueltas norteafricanas

De milagro Obama no le besa la mano al tirano árabe.

Tengo la sensación de que el norteamericano Obama, líder del mundo libre según falsos testimonios, se muestra tan indolente respecto a las revueltas que se suceden en el islam africano porque a él, en el fondo, le da lo mismo ocho que ochenta en cuanto a lo que pueda suceder. Tres podrían ser las razones que justifiquen una postura presidencial inmersa de lleno en la apatía, según la cual sólo ha lloriqueado un poco ante los muertos libios, sin que los tunecinos y egipcios hayan contado demasiado en sus emociones.

Veamos esas razones: a) La petrolera, b) la democrática y c) la religiosa.

a) De esta opción se deduce que, con independencia del triunfo o el fracaso de las revueltas, las petroleras norteamericanas habrán hecho su agosto durante el período de inestabilidad que afecte a la zona, con el barril de crudo subiendo a diario en los mercados y, por el contrario, con el precio moviéndose a cámara lenta cuando toque bajar. Se supone que algo así siempre es conveniente en los USA, donde sus propias reservas son intocables pero no hacen ascos a que suban de precio, y sobre todo si se considera que las compañías yanquis aún dominan el mercado mundial de combustibles. Ningún presidente llorará si las petroleras americanas se frotan las manos. Cuanto más si invierten parte de sus abundantes beneficios en alguno de esos planes económicos que Obama va sacándose de la manga cada dos por tres. 

b) De la segunda opción, es decir, la implantación de la democracia en los regímenes norteafricanos (tiránicos todos ellos hasta ahora), se desprende la más deseable de las soluciones, como sería que el islam comenzara a ser compatible con la libertad del hombre. En el bien entendido que: a más islam, menos libertad y viceversa. Dicho en otras palabras: unos países tan pobres y tan culturalmente atrasados (el beneficio del petróleo o del gas apenas ha llegado al pueblo), lo tienen realmente crudo (con perdón) para convertirse en democracias estables. De las revueltas que se produzcan, alguna quizá llegue al nivel de Turquía, que no deja de ser un quiero y no puedo en la cuestión democrática, pero lo lógico es que las más pasen a otro tipo de tiranía, las del integrismo musulmán a lo iraní. Asunto que nos lleva a la tercera opción.

c) Si es el integrismo musulmán el que acaba imponiéndose en la mayor parte del África cissahariana, lo que entra en la más pura lógica al no haberse iniciado la revuelta en Arabia Saudita, que es un nido infecto de integrismo dedicado con gran entusiasmo a exportarlo gratis total y en el que hubiese calado honda la idea de libertad en el caso de haberse volatilizado su régimen, pues entonces, considerando la mucha simpatía que Obama siente por el islam (no pocos le consideran criptomusulmán), la solución tampoco habrá sido nada mala. No hay más que ver la reverencia que Obama le hizo al rey de Arabia, digna del más convencido de los muslimes. 

En resumidas cuentas, esta parece ser la filosofía obamita: Si sale cara, gano yo; si sale cruz, pierdes tú, y si cae de canto, ¡Alá es grande!  

Autor: Policronio
Publicado el 24 de febrero de 2011

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