sábado, 1 de diciembre de 2018

A Daniel Díaz

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“Alrededor del año 1956, siendo yo jefe de la Sección de Trabajos Especiales del Servicio Geográfico del Ejército, recibí la orden de destruir una reedición de la Causa General (crímenes cometidos por los rojos), editada por el Ministerio de Justicia, no distribuida y que estaba almacenada en nuestro alojamiento. En el escrito se razonaba la orden: “en el deseo de olvidar una época desgraciada de la Historia de España y de alcanzar la deseada reconciliación”.
Rogelio Latorre Silva

Introducción: A petición del interesado, don Rogelio Latorre Silva, insertamos en forma de artículo una respuesta a otro interviniente de Batiburrillo. Es preciso aclarar que el señor Latorre Silva no representa en absoluto el pensamiento político de los editores de este blog, donde nos reconocemos de tendencia liberal-conservadora y partidarios acérrimos de la democracia, sobre todo si se trata de una democracia plena que lleve aparejada una circunstancia que hoy en día no se da en España: la absoluta separación de poderes, requisito imprescindible a nuestro entender para impedir el mundo de corruptelas políticas y abusos nacionalistas en que nos hallamos inmersos. Por el contrario, don Rogelio es más partidario de lo que él denomina “democracia orgánica”, ya que considera que es un sistema de poder más conveniente que el actual. 

No obstante, a los artículos y comentarios de don Rogelio, siempre a favor del Régimen anterior y argumentados a su modo, nunca dejaremos de darle la relevancia que poseen, es decir, se trata de la opinión de un hombre honesto, sincero y patriota que vivió de lleno la etapa republicana, la guerra civil, la reconciliación nacional auspiciada por Franco y así hasta nuestros días. Tras la experiencia de sus 90 años de vida intensa, el señor Latorre sabe perfectamente de qué habla, ya que está en condiciones de comparar, como pocos y de primera mano, la política que se practica en nuestros días con lo que sucedió en décadas muy anteriores. Sus aportaciones históricas son un verdadero lujo para cualquier página de Internet (ya no hablemos de un simple blog) y contar con la bonhomía intelectual de quien es historia viva debería satisfacernos a todos los que somos aficionados a poseer cuanta información sea posible. 
Presentación: Policronio-Editor de Batiburrillo

A 10.- Daniel Díaz

Estimado amigo: gracias por su amable respuesta que, a juzgar por sus anotaciones anteriores, estaba seguro que sería en la forma en que V. la ha redactado.

Desde luego que estoy de acuerdo con V. en que una persona de su edad, asediada por la propaganda de este Régimen (1), no puede valorar la situación de otros tiempos. Y, como V., son millones los casos que se dan en nuestra Patria. Gracias a Dios todavía nacen niños, aunque es de temer que en breve tiempo, si seguimos con este Régimen, cuando V. alcance mi edad no va a tener alrededor a nadie a quien transmitir sus recuerdos. Si me permite la exageración.

Como es lógico, la insistencia en la propaganda deja sus huellas y es difícil, para quien no lo ha vivido, resistirse a creer ciertos hechos. En uno de sus apartados, el 2, escribe V.: ¿Es el franquismo el mejor respeto a las libertades? ¿Se puede considerar que fue un régimen liberal? (2)

Pues efectivamente, considerándolo desde el punto de vista estricto, había prohibiciones, aunque en número infinitamente menor que ahora y de otra índole. Así: Estaba prohibido matar, robar, delinquir, desfalcar, etc. Pero prohibido de verdad, no de palabrería. Los escasos delitos que se producían estaban castigados con la pena necesaria como para que no fuera apetecible repetirlo. Vamos, que no se teatralizaba ni se quedaba todo en un: “Mi  más enérgica condena”.

La educación y el respeto al prójimo, sobre todo, eran fundamentales en aquella etapa de convivencia. Así que, en eso también estoy de acuerdo con V: había prohibiciones. Como también estoy de acuerdo con V. en el hecho de que actualmente estamos regidos por una partida de granujas descarados, lo que determina que este régimen no sea más liberal de lo que era el anterior, que fue restrictivo sólo en todo aquello que exigía la convivencia. Pero nada más. Cada uno hacía lo que quería, siempre respetando al prójimo, en su integridad física y en sus bienes.

Y dejo la exposición, por no aburrirle. Solo voy a informarle de una circunstancia común a todos o casi todos los franquistas de la primera hora: yo era falangista. Me afilie a Falange en 1934, con 14 años. A los 15 pasé a la Primera Línea (éramos unos 400 en Madrid). En 1935 fui detenido dos veces y puesto en libertad por razón de mi edad, en el peor de los casos a los tres días. En una ocasión me hirieron en la cabeza. Poca cosa, pero espectacular. En mi escuadra, unidad de 11 falangistas, hubo un 120% de bajas de miembros asesinados. Se cubrían las bajas, claro.

Al empezar la guerra, yo era el subjefe de la escuadra 24 de la 4ª Centuria, de la Primera Línea de Madrid. Para entonces, en la escuadra ya habíamos tenido cuatro caídos: Juan Cuellar Campos, de 17 años, bestialmente linchado en la Casa de Campo de Madrid, el 10-06-1934; Jesús Hernández Rodríguez, de 15 años, de un balazo en el muslo, en la calle Augusto Figueroa, de Madrid. El 02-07-1936, Miguel Arriola Cruz, 18 años y Aquilino Fuster Iglesias, 35, cuando estaban sentados en la terraza del Bar Roig, en la calle de Torrijos, hoy Conde de Peñalver. Después de iniciada la guerra, en Paracuellos del Jarama murieron asesinados Alfonso Sánchez Rodríguez del Arco, de 18 años; Teodoro Muñoz, 19 años;  Oscar Suárez, 15 años; Miguel Gómez, 19 años; Julio Cuellar, 21 años; Carlos Montero Ponce de León, 19 años. 

En el frente, luchando en el Ejército Nacional murió Marcelo del Alcázar y sufrió heridas graves Alfonso Blanco Castro, que terminó la guerra como alférez provisional de infantería. Por cierto: hijo de Alfonso Blanco Castro era el teniente coronel Pedro Antonio Blanco García, asesinado por una bomba de ETA en Madrid, en el Barrio de Santa María de la Cabeza. Otros tres de la escuadra lucharon en el Ejército Nacional, uno de ellos fui yo, que acabé la guerra como alférez provisional de infantería en la 4ª División de Navarra. Los otros dos, resultaron ilesos

Pues se acabó la guerra y todos los supervivientes de la escuadra, entre ellos yo, nos buscamos el porvenir en la vida civil, sin relación alguna con la política. Yo gané unas duras oposiciones a la hoy Caja de Madrid, entonces Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Madrid, con un buen sueldo para la época.

A título de curiosidad, le remito fotocopia del escrito que certifica que fui falangista de la Primera Línea de Madrid. Fácil de interpretar todo el texto. El pasador con flecha roja es indicativo de que era subjefe de escuadra (cabo en términos militares).

Reciba mi mejor saludo, en la seguridad de que si desea alguna aclaración a mis escritos, con mucho gusto le atenderé.

Autor: Rogelio Latorre Silva
Publicado el 25 de febrero de 2011

(1).-Expongo  una de las muchísimas diferencias entre el anterior Régimen y éste: Alrededor del año 1956, siendo yo jefe de la Sección de Trabajos Especiales del Servicio Geográfico del Ejército, recibí la orden de destruir una reedición de la Causa General (crímenes cometidos por los rojos), editada por el Ministerio de Justicia, no distribuida y que estaba almacenada en nuestro alojamiento. En el escrito se razonaba la orden, “en el deseo de olvidar una época desgraciada de la Historia de España y de alcanzar la deseada reconciliación”.  Como verá, igualito que Zapatero y su gente.

(2).- El siguiente comentario, es totalmente subjetivo, así que como tal debe tomarse: a mi juicio, en mi experiencia, como resultado de una época que, aunque corta, fue vivida con toda intensidad, creo que “El único partido político que ha existido en España, y posiblemente en el mundo, verdaderamente democrático, ha sido Falange Española de las Jons, en el intervalo de su existencia comprendido entre el 29-10-1933 y el 16-02-1936. Allí, como la cosa más natural del mundo, todos nosotros nos tratábamos de tú: estudiantes, empleados, obreros (un 60% de sus afiliados) y los marqueses (José Antonio Primo de Rivera, de Estella; el de la Aliseda, que no recuerdo el nombre; el de las Marismas del Guadalquivir, el popular escenógrafo don Luis Rosales). En aquellos tiempos, en que la diferencia de clases era sangrante. Cuanto más pasa el tiempo, más me afirmo en ello. 

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