jueves, 20 de diciembre de 2018

Vamos a ganar la batalla cultural


Mucho me ha "gustado" un artículo de opinión publicado por doña Beatriz Gimeno, en el cual, con rigurosa certeza no exenta de amenidad (adviértase la ironía desde el inicio), nos explica toda una serie de cuestiones que contribuirán a hacer más comprensibles ciertos aspectos hasta ahora ciertamente confusos de la realidad en la que vivimos, crisis económica incluida.

Según la señora Gimeno, para poder entender la sociedad debemos analizarla en clave de “guerra cultural” entre izquierda y derecha, guerra que a la izquierda le habría venido fatalmente impuesta al haber hecho la derecha imposible el debate. ¿Por qué ha sucedido así? Porque mientras la izquierda, al estar en posesión de la verdad, “argumenta mucho”, “demuestra que tiene razón” y “presenta datos incontestables”, la derecha rehúye el debate y “miente y manipula” de forma “evidente” al carecer de explicaciones razonables para defender sus posiciones, a todas luces indefendibles.

Pese a los anteriores postulados “sus mentiras [las de la derecha] son mucho más efectivas que nuestras verdades [las de la izquierda]”. ¿Cómo explicar tan insólita paradoja? Muy sencillo: porque la izquierda, sorprendentemente, ha renunciado “desde hace décadas” a luchar en la guerra cultural que de antemano tendría ganada. Cierto es que cuando está en el poder la izquierda legisla mucho y bien, pero al haber cometido, al contrario que la derecha, el inmenso error de desatender el flanco cultural –“las leyes solas no bastan”, recalca doña Beatriz– no ha sabido explicarnos al pueblo, desorientado aunque sano, la incuestionable superioridad en todos los aspectos de la izquierda, cediendo así por negligencia la hegemonía al PP.

La nitidez de la argumentación es innegable, no obstante aún nos ilustrarán mejor dos sabios ejemplos magistralmente explicados por la señora Gimeno: el aborto y la economía. Dice la derecha, en el primer caso, defender la vida humana. No es así, realmente “no les importa nada que se aborten más o menos fetos”: lo que pretende la derecha impedir arteramente amparada en tan enorme falsedad –el derecho a la vida– es “que las mujeres sean dueñas de sus cuerpos y de sus vidas” porque “una sociedad de mujeres y hombres iguales no es la sociedad que quieren”. El día que la izquierda asuma y gane la guerra cultural –“educando de verdad”– todos sabremos que defiende el aborto porque defiende la vida, con lo cual la hipócrita careta de la derecha se derrumbará estrepitosamente.

El ejemplo de la economía no es de menor nivel. Partiendo –como bien nos recuerda doña Beatriz– de la base de que “la izquierda defiende los intereses de la mayoría, especialmente de los más pobres” y la derecha defiende “los intereses de los ricos, muy pocos”, sólo la teoría del desprecio de la izquierda por la guerra cultural puede llegar a explicar la indecente incongruencia de que la derecha goce de tanto predicamento. Mal orientado va, por tanto, quien acuse a la izquierda de haber causado la crisis económica que padecemos, la cual, en buena ley, sólo puede ser atribuida al desorbitado afán de los ricos “por hacerse más ricos y por desposeer a la inmensa mayoría”. Tal circunstancia nunca hubiese sido posible si la indolencia izquierdista no le hubiese permitido triunfar de forma injusta en la guerra cultural.

Dice –y dice bien– la señora Gimeno: “Cuando se gana la batalla cultural tarde o temprano se gana la de los votos”. Algún paso se ha dado en el camino correcto, como puede ser el de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, mas no ha sido suficiente. Por tanto, ya lo saben la izquierda de España y la de la no España: es necesario rectificar para ganarle de una vez por todas y para siempre a la derecha la guerra cultural, pues, teniendo la voluntad, las armas y los pertrechos no han de faltar –a saber, la verdad y los argumentos– la victoria de la izquierda –que será la victoria del pueblo– puede darse por certificada.

Así tendremos, ¡por fin!, una democracia de verdad, ya que existiendo la posibilidad de que gobierne el PP esto ni es democracia, ni es gobierno, ni es na de na. Tan próspera será nuestra existencia y tan perfecta nuestra democracia que ni elecciones se celebrarán. ¿Para qué? Total siempre va a ganar la izquierda –los buenos, faltaría más– y perder el tiempo votando es tontería. Muchas gracias, doña Beatriz, por haber iluminado con su luz las tinieblas.

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 29 de enero de 2012

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