Mucho me ha "gustado" un artículo de opinión publicado por doña Beatriz Gimeno, en el cual, con
rigurosa certeza no exenta de amenidad (adviértase la ironía desde el inicio), nos explica toda una serie de
cuestiones que contribuirán a hacer más comprensibles ciertos aspectos hasta
ahora ciertamente confusos de la realidad en la que vivimos, crisis económica
incluida.
Según la señora
Gimeno, para poder entender la sociedad debemos analizarla en clave de “guerra
cultural” entre izquierda y derecha, guerra que a la izquierda le habría venido
fatalmente impuesta al haber hecho la derecha imposible el debate. ¿Por qué ha
sucedido así? Porque mientras la izquierda, al estar en posesión de la verdad,
“argumenta mucho”, “demuestra que tiene razón” y “presenta datos
incontestables”, la derecha rehúye el debate y “miente y manipula” de forma
“evidente” al carecer de explicaciones razonables para defender sus posiciones,
a todas luces indefendibles.
La nitidez de la
argumentación es innegable, no obstante aún nos ilustrarán mejor dos sabios
ejemplos magistralmente explicados por la señora Gimeno: el aborto y la
economía. Dice la derecha, en el primer caso, defender la vida humana. No es así,
realmente “no les importa nada que se aborten más o menos fetos”: lo que
pretende la derecha impedir arteramente amparada en tan enorme falsedad –el
derecho a la vida– es “que las mujeres sean dueñas de sus cuerpos y de sus
vidas” porque “una sociedad de mujeres y hombres iguales no es la sociedad que
quieren”. El día que la izquierda asuma y gane la guerra cultural –“educando de
verdad”– todos sabremos que defiende el aborto porque defiende la vida, con lo
cual la hipócrita careta de la derecha se derrumbará estrepitosamente.
El ejemplo de la
economía no es de menor nivel. Partiendo –como bien nos recuerda doña Beatriz–
de la base de que “la izquierda defiende los intereses de la mayoría,
especialmente de los más pobres” y la derecha defiende “los intereses de los
ricos, muy pocos”, sólo la teoría del desprecio de la izquierda por la guerra
cultural puede llegar a explicar la indecente incongruencia de que la derecha
goce de tanto predicamento. Mal orientado va, por tanto, quien acuse a la
izquierda de haber causado la crisis económica que padecemos, la cual, en buena
ley, sólo puede ser atribuida al desorbitado afán de los ricos “por hacerse más
ricos y por desposeer a la inmensa mayoría”. Tal circunstancia nunca hubiese
sido posible si la indolencia izquierdista no le hubiese permitido triunfar de
forma injusta en la guerra cultural.
Dice –y dice
bien– la señora Gimeno: “Cuando se gana la batalla cultural tarde o temprano se
gana la de los votos”. Algún paso se ha dado en el camino correcto, como puede
ser el de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, mas no ha sido
suficiente. Por tanto, ya lo saben la izquierda de España y la de la no España: es
necesario rectificar para ganarle de una vez por todas y para siempre a la
derecha la guerra cultural, pues, teniendo la voluntad, las armas y los
pertrechos no han de faltar –a saber, la verdad y los argumentos– la victoria
de la izquierda –que será la victoria del pueblo– puede darse por certificada.
Así tendremos,
¡por fin!, una democracia de verdad, ya que existiendo la posibilidad de que
gobierne el PP esto ni es democracia, ni es gobierno, ni es na de na. Tan
próspera será nuestra existencia y tan perfecta nuestra democracia que ni
elecciones se celebrarán. ¿Para qué? Total siempre va a ganar la izquierda –los
buenos, faltaría más– y perder el tiempo votando es tontería. Muchas gracias,
doña Beatriz, por haber iluminado con su luz las tinieblas.
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 29 de enero de 2012
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