lunes, 10 de diciembre de 2018

Iñaki está orgulloso del orgullo

Iñaki Gabilondo.

"No hace falta ser gay para participar del orgullo. Estamos orgullosos del orgullo gay". Así de orgulloso y feliz se muestra el melifluo Iñaki Gabilondo, cronista mayor del Reino Socialista de las Españas, a propósito de la celebración en Madrid del colorista desfile de gays y lesbianas.

Entiende don Iñaki que Madrid "ofrece lo mejor que un anfitrión puede ofrecer" y se felicita porque el llamado orgullo gay "está viviéndose con una naturalidad que es la que pensamos que nos tiene que llenar de orgullo", naturalidad merced a la cual se sienten Gabilondo y amigos "muy contentos, muy felices y muy orgullosos". Lejano ya el "dolor histórico", es lógico celebrar la fiesta del orgullo gay "compartiendo con ellos nuestra emoción, nuestra alegría, haciendo nuestro su orgullo y haciendo nuestra su fiesta". Bien por Iñaki y coreen todos conmigo: ¡hip, hip, hurra!

Yo, la verdad, no entiendo muy bien a santo de qué hay que estar tan orgulloso y feliz del llamado orgullo gay hasta el punto de hacer tan encendido panegírico del dichoso evento. Incluso albergo serias dudas de que la mayoría de los homosexuales de este país estén orgullosos del orgullo gay, que no pasa de ser un carnaval de verano sazonado de notorio mal gusto. El ser homosexual (lo mismo sirve para los heterosexuales) no tiene que ser ni motivo de jactancia ni causa de vergüenza, con lo cual está de más organizar emotivas bufonadas para exhibir la condición de gay. 

Habla Gabilondo de "naturalidad". Yo opino que celebrar el día del orgullo gay supone todo lo contrario. Antinatural sería organizar el día del orgullo heterosexual; antinatural sería organizar el día de los que miden 1,95; antinatural sería organizar el día de los que son rubios y de ojos azules: igualmente absurdo y antinatural es organizar el día del orgullo gay. Y sentirse orgulloso de algo antinatural difícilmente podrá vivirse con la naturalidad que pretende don Iñaki.

Ser homosexual es una condición estrictamente personal. Ni es mejor (como nos quieren vender desde cierto lado) ni peor (como intentan hacernos ver desde otro). Simplemente "es", y en serlo sin necesidad de verbenas ni fruslerías varias tendría que radicar precisamente la naturalidad. La mascarada que llaman orgullo gay nada tiene que ver con la dignidad o los derechos, diga lo que diga Gabilondo. La dignidad no se demuestra saliendo a la calle disfrazados en innecesario alarde de exhibicionismo y vulgaridad. Semejante ostentación está, precisamente, en las antípodas de la digna naturalidad.

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 2 de julio 2011

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