"Al ver tanta bandera pensé que igual se había producido un golpe de Estado". Quien de tal guisa se manifiesta es Fernando Ruiz, presidente del Ateneo Republicano de Lavapiés. ¿A qué bandera se refiere el presidente Ruiz? Ni más ni menos que a la bandera española que millones de españoles enarbolaron para celebrar el merecido triunfo obtenido por la Selección Nacional Española de Fútbol en el Mundial celebrado (¡hay que ver cómo pasa el tiempo!) hace ya un año.
Dice Ruiz haberse alegrado del triunfo deportivo, pero dicha alegría no es obstáculo para que este "cabreado" republicano y sus amigos estuviesen "cansados, nos repateaba tanto nacionalismo, tanto chovinismo y el uso político que se hizo del título conseguido en Sudáfrica. Así que decidimos que teníamos que hacer algo".
Consecuentemente con lo expuesto, tras un largo embarazo de un año, ha visto la luz la fenomenal respuesta del ateneísta Fernando Ruiz a la impúdica exhibición de chovinista nacionalismo español: ha confeccionado una camiseta deportiva con los colores de la bandera republicana, uséase, rojo, amarillo y morado. Se ha decidido modificar también el escudo oficial de dicha camiseta, que pasa a contener una simpática estrella roja de cinco puntas que, según Ruiz, simboliza a "los trabajadores de los cinco continentes". Apropiándome sin pudor de la expresión que otorgó tan justa como inmortal fama a cierto político popular, sólo puedo exclamar "Manda collóns" (lo expreso en gallego para intentar ocultar mi intrínseca condición de feroz imperialista español).
Es legítimo, no cabe duda, definirse como republicano. De hecho, si se entiende "republicano" en contraposición a "monárquico" quien esto suscribe no está lejos de pensar de ese modo. Ahora bien, el resto de lo expuesto por Fernando Ruiz no hay por donde cogerlo. Me parece perfecto que quien así lo estime oportuno se cabree al ver ondear la enseña nacional (aunque yo no lo entienda); cuestión distinta es identificar tal hecho "como un golpe de estado": interpretar de tal manera que la bandera oficial de una nación sea enarbolada por los ciudadanos de dicha nación no deja de tener un componente fanático y radical muy del gusto de buena parte de los republicanos españoles, siempre contumaces en su idealización de la desastrosas experiencias republicanas sufridas en España.
¿Uso político de la bandera? No lo creo, a no ser que Ruiz se esté refiriendo a sí mismo. Y probablemente ni siquiera eso. Quizás el asunto se circunscriba a intentar trincar unas pelas con la venta de las dichosas camisetas: son tiempos duros los que vivimos y para ciertos personajes cualquier ocasión es buena para prostituir sus más íntimas convicciones políticas a cambio de cierta cantidad de euros tan contantes como sonantes, qué diablos.
Y qué decir, por último, de la estrella roja en el escudo. Bien elegida está si lo pretendido por Fernando Ruiz es entroncar su republicanismo con el del Frente Popular de 1936; decir que esa estrella simboliza a los trabajadores del mundo es una, sin ánimo de ofender, soberana majadería (resulta asombroso hasta qué punto el marxismo se resiste a morir como ideología): la estrella roja simboliza el miedo, el terror, el hambre, la miseria, la ruina, el gulag, el tiro en la nuca, las deportaciones forzosas y los campos de concentración que asolaron (y asolan) a millones de personas (trabajadores incluidos, por supuesto) durante décadas.
Dedíquense ustedes, republicanos de Lavapiés a hacer las camisetitas que les dé la real (sin segundas) gana; pero si la alternativa a nuestra actual monarquía es una república nacida bajo los auspicios de la miserable estrella roja, ojalá aquella, por el bien de todos, perdure larguísimos siglos.
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 10 de julio 2011
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