Este breve artículo también podría titularse "La suerte de los tiranos". Y es que hasta para ser un déspota sin escrúpulos hace falta no poca suerte, especialmente para mantenerse tantos años en el poder. Además de un terrorista redomado, recordemos los atentados de los vuelos 103 de Pan Am y 772 de UTA, con 259 y 170 personas asesinadas, a Gadafi podría considerársele sin mucho esfuerzo un genocida vocacional, que es el rango máximo en la categoría de los tiranos.
Une a todo ello su condición de instigador de cuantos grupos revolucionarios de izquierdas le han pedido asilo o ayuda a lo largo de sus 42 años de poder despótico y vilezas. Eso sí, casi siempre besuqueándose con gentuza de izquierdas, porque no olvidemos que Gadafi se declara socialista, como así lo demostró en 1970 al nacionalizarlo todo en Libia, incluyendo la tierra, la banca y las petroleras y con la sola excepción de algunos pequeños negocios familiares.
No contento con exportar el terror de los atentados aéreos antes citados, además de implicarse en la masacre de Munich en el 72 y la bomba en una gran discoteca de Berlín en el 86, Gadafi ha venido acogiendo a numerosos grupos terroristas en Libia, donde los ha entrenado y tratado a cuerpo de sultán. Y también ha patrocinado a cuanto grupo insurgente solicitaba financiación de esa inmensa fortuna que le ha robada a su pueblo gracias al petróleo. Así, terroristas como las FARC colombianas, el IRA irlandés o la ETA se mantuvieron durante décadas alimentadas por él.
El historial criminal de Gadafi es interminable e incluye igualmente numerosas matanzas en el África subsahariana, es decir, esos negros que ahora amenaza con que llegarán a Europa si él cae. Ahora bien, los miles de asesinatos de libios opositores en las últimas semanas bastarían por sí mismos para declarar a este monstruo enemigo de la Humanidad y abatirlo a la primera ocasión, sin más contemplaciones. No ha sido así, sino que Occidente se ha dormido como una marmota (sinónimo del incapaz Obama) y ha dado pie a que Gadafi se recupere cuando parecía acorralado. Los europeos, por su parte, mantienen el mismo grado de inutilidad proverbial de las últimas décadas.
Pues bien, ahora la suerte se le ha puesto de cara a este "perro loco" y el maremoto japonés y la alerta nuclear, sobre todo, han venido a desplazar la revuelta libia contra Gadafi a páginas interiores o a noticias de segundo orden. De tal modo que las fuerzas del genocida se encuentran cerca de Bengasi y avanzando. Hay que contar ya a miles de muertos libios entre avance y retroceso de los opositores, más los que faltan por asesinar, un número tal vez bastante más elevado que los fallecidos en Japón. Entretanto, Gadafi sacando pecho a todas horas y amenazando ayer mismo con nuevos bombardeos a su pueblo. Occidente se mueve vergonzosamente por lo que dice la prensa (portadas nucleares y poco más), entrelaza las manos y rueda los pulgares en el asunto Gadafi. ¿No es eso tenerla lisa en el caso del tirano? ¡Cómo me gustaría ciscarme en los políticos occidentales, de los que no salvo ni a uno de ellos! ¡Cabrones!
Autor: Policronio
Publicado el 17 de marzo de 2011
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