Ha hecho la asociación Europa Laica severas críticas a la participación de distintos políticos en las celebraciones religiosas del Corpus Christi. El principal destinatario de la reprensión ha sido el alcalde de Toledo, el socialista Emiliano García-Page, del que dicen que exhibe “un catolicismo casposo y decimonónico”.
Aseguran no atacar desde la asociación laicista el derecho de los políticos a participar en las procesiones a título personal, pero entienden fuera de lugar el hacerlo en su condición de cargos públicos, al creer que “se vulnera muy gravemente la Constitución y el proceso de convivencia democrática”. Mal les parece asimismo que desfilara el Ejército y se usara el himno y la bandera. Dicen desde Europa Laica que se desempolvan “los viejos trucos de la dictadura de elevar la religión católica a la categoría de dirigente del Estado”; que esto supone “un atentado a la libertad religiosa” y “una grave ofensa a la libertad de conciencia de millones de ciudadanas y ciudadanos”.
Con respecto a esta interpretación que da Europa Laica al hecho de la participación institucional en actos religiosos creo que habría que tener en consideración varios factores. Por un lado, bien está que haya separación entre Iglesia y Estado. Esta circunstancia, sin embargo, no ha de ser óbice para reconocer la trascendental influencia que la religión católica ha tenido a lo largo de la Historia de España, hasta el punto de que sin dicha influencia la España de hoy en día sería radicalmente distinta a la que es. ¿Sería esta circunstancia buena o mala? No lo sé, pero intuyo que si, verbigracia, en España (acaso el único país del mundo casi completamente islamizado que volvió a ser cristiano) no hubiese tenido lugar la Reconquista asociaciones como Europa Laica tal vez no podrían existir, lo cual sí supondría claramente un atentado a la libertad de conciencia. Y esa falta de libertad sí sé que para nada es apetecible.
Teniendo en cuenta la innegable tradición católica existente en España, creo que a nadie debiera ofender que cargos electos participen en celebraciones cristianas; como creo que dicha participación ni vulnera la Constitución ni supone un lastre para la convivencia democrática. Lo del catolicismo casposo y decimonónico, al igual que la referencia a la dictadura, no sé muy bien a cuento de qué viene (realmente sí lo sé, porque ese cuento ya es demasiado viejo), pero en cualquier caso ser o no ser católico es una opción personal que nada tiene que ver con la exhibición: para exhibirse ya están otros. No pierdan por tanto el tiempo, ciudadanos miembros de Europa Laica, buscando conspiraciones u ofensas donde no las hay. Dijese lo que dijese Azaña, y mientras no se demuestre lo contrario, para bien o para mal España en su cultura, en su tradición y en su idiosincrasia sigue siendo católica.
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 26 de junio de 2011
Publicado el 26 de junio de 2011
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