miércoles, 12 de diciembre de 2018

Estado laico al grito de '¡Viva Satán!'


¿Manifestantes laicos? ¡No, en absoluto! Si acaso marxistas violentos y antisistema que mediante el uso de consignas engañosas ("¡No con mis impuestos!", dicen) y métodos canallescos pretenden el logro de sus fines. Es lo que el socialismo ha venido haciendo desde siempre, llegar al poder utilizando el engaño y la trampa o directamente la violencia. ¡Malditos sean los que llevan más de un siglo usando de la vileza como sistema político! Condenados sean ellos, sus mensajes satánicos y sus recuerdos.

Sí, son apestosos izquierdistas, además de antidemócratas (caigamos en la redundancia) que en absoluto les importa la religión o la ausencia de la misma, sólo pretenden lo que llevan décadas y décadas buscado: el poder de unos pocos a través no de las ideas o los valores, sino inicialmente apropiándose de las calles y amedrentando a la derecha, representada estos días por cientos de miles de jóvenes cristianos de todo el mundo, que han acudido alegres y confiados a las JMJ. Jóvenes a los que da gloria verlos y que, con su digno comportamiento, ejemplifican el orden, la moderación, la convivencia, los valores más nobles y la libertad, sobre todo la libertad, puesto que a nadie han ofendido o atacado lo más mínimo ni han coaccionado a nadie.

Que conste que el Gobierno del miserable Zapatero sabía de sobras lo que iba a suceder si autorizaba la mal denominada manifestación "Laica" a través de un recorrido ocupado muchas horas antes por miles de peregrinos cristianos. Que conste igualmente que la inútil delegada del Gobierno en Madrid, quien a los efectos del orden público ha demostrado reiteradamente su nulidad, se ha hecho acreedora de nuevo a ser cesada fulminantemente. Que conste, en fin, que mientras los demócratas no expulsemos al socialismo del poder (y que no vuelva jamás si no se regenera a fondo), estaremos expuestos a la voluntad antojadiza de esta banda de energúmenos que se dicen indignados pero que, en realidad, no son más que unos afrentosos indignantes a los que hay que poner en su sitio real: en el juzgado y posteriormente en la cárcel cuando se acredite el delito que tan a menudo cometen.

Autor: Policronio
Publicado el 18 de agosto de 2011

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