martes, 4 de diciembre de 2018

España es un pueblo de cobardes, entre los que me incluyo

Cobardía
La frase es en extremo vehemente pero no por ello menos real. Hay razones más que sobradas para que miles y miles de nosotros, entre los que también me incluyo, salgamos a la calle y pidamos la dimisión fulminante del gobierno socialista, comenzando por el infame tándem Zapatero-Rubalcaba, dos fulanos dañinos a rabiar que llevan años mintiéndonos, abusando de los españoles, empobreciéndonos y practicando la más vil alta traición a nuestra patria en beneficio de los etarras y otros radicales. Traición cuyas secuelas afectan de un modo directo al honor de las víctimas del terrorismo y de las fuerzas y cuerpos de seguridad, pero también a cuantos sentimos que poco a poco va desapareciendo la patria bajo nuestros pies. 

El principal partido de la oposición, al mismo tiempo, no deja de ser un conglomerado de pusilánimes casi adocenados, que se muestran incapaces de proponer y alentar las manifestaciones necesarias para que los canallas que aún mandan sepan de una vez el asco que sentimos por ellos. Los del PP lo confían todo a la economía en declive, eso sí, pertrechados tras unos sueldos espléndidos que impiden les afecte la crisis y dando así lugar a que dentro de un año crean que van a encontrarse la fruta madura, que recogerán (o no) sin demasiado esfuerzo. Francamente, si unos me dan asco los otros no les van a la zaga. 

Estoy tan irritado con el tema del Faisán y la traición a España que subyace en ese asunto, a su vez una simple rama del árbol podrido de la negociación con los asesinos etarras, donde se les prometió Navarra (¡Nada menos que Navarra!), se fulminó a un fiscal excelente como Fungairiño, se cesó al ministro de defensa Bono, que no llevaba el CNI a gusto de los canallas de las pistolas, se ocultaron en los cajones varios expedientes comprometedores, se consintió de tapadillo que gente procesada por la Audiencia Nacional viajara fuera de España para negociar la rendición del estado de derecho... y un largo etcétera de actividades delictivas a las que añadir los desplantes y las guasas en el Congreso de los Diputados de un sujeto inmoral que se niega a dar ningún tipo de explicación, desde hace dos años largos, al popular Gil Lázaro, que ya no sabe qué decirle a ese miserable para que cumpla con su deber de informar a la Cámara.

Me considero de luto ante tanta cobardía como se da en España y estoy comenzando a envidiar las revueltas de ciertos países árabes. Porque la tiranía y la maldad pueden adoptar muchas formas, incluyendo la de un régimen democrático que en absoluto lo es si se repara en tanta impunidad como favorece a los políticos delincuentes. Otra sensación que me afecta demasiado es la impotencia, ni siquiera escribir en Batiburrillo me desahoga ya, por lo que estoy pensando seriamente en dejarlo. No vale la pena luchar, ni siquiera con la palabra. Cae todo en saco roto. 

Autor: Policronio
Publicado el 30 de marzo de 2011

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