domingo, 16 de diciembre de 2018

En mala hora te conocimos, Zapatero




Cinco millones veintiocho mil cuatrocientos cincuenta y ocho personas, cada una de ellas con nombre y apellidos, constituyen el aspecto más siniestro y dramático del pavoroso legado que nos ha dejado el señor Rodríguez Zapatero, tras casi ocho larguísimos años presidiendo el gobierno de España. A la vista de tan catastrófica cifra de desempleados, la responsabilidad del señor Zapatero por su negligente gestión económica es de magnitud colosal. Pero aun revistiendo este cargo la suficiente gravedad para anatemizar a ZP por los siglos de los siglos, creo que a Zapatero se le puede imputar otra acusación infinitamente más grave: la de haber mentido de forma reiterada a todos los españoles con el único afán de mantenerse en el poder.


Para llegar a presidir España, a nadie se le exige –asunto bien curioso éste– ninguna formación especial. El único requisito consiste en militar en uno de los dos partidos mayoritarios y haber merecido o sabido medrar en él, bien por la propia valía, bien por las consabidas intrigas palaciegas. De esta forma, y al ser la osadía en ciertos personajes defecto sin mesura, no se puede descartar que alguien cuyos conocimientos sobre economía sean nulos presida el gobierno de esta nación. Como Zapatero, sin ir más lejos.

Tal vez sonase la flauta y, merced a inverosímiles conjunciones planetarias, la cosa de los números marchase cojonudamente bien. Acaso a esta quimérica conjetura fiase ZP todas sus esperanzas. Pero no sucedió así. Y si Zapatero no sabía qué hacer ante una situación económica que a los ojos de cualquiera degeneraba inexorablemente, tenía dos opciones: dejar paso a alguien más capacitado para afrontar la situación o bien mentir y engañar a sus compatriotas diciendo que aquí no pasa nada para aferrarse al poder como el náufrago al clavo ardiendo. Desgraciadamente, primó el apetito de poder, Zapatero eligió la segunda opción y de aquellas aguas vienen estos lodos. Trágicos lodos.

A Zapatero podrán hacérsele múltiples recriminaciones y exigírsele múltiples responsabilidades, pero siendo gravísima su sectaria incompetencia aun lo es más el hecho de haber mentido reiterada y desvergonzadamente a todos los españoles: nos ha estafado y esto, además de gravísimo, es imperdonable.

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 3 de diciembre de 2011

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