sábado, 8 de diciembre de 2018

El misterioso caso de los ordenadores desaparecidos


Dicen las malas lenguas que por donde pasaba el caballo de un señor muy ruin, cuyo nombre no recuerdo, no volvía a crecer la hierba. Por donde pasan ciertos socialistas no sé si crece la hierba, pero parece ser que desaparecen documentos, ordenadores y cámaras fotográficas: lo de estos tíos no tiene nombre.

Al menos así lo denuncia María José Martínez, alcaldesa popular de Aranjuez. Curioso resulta que no exista en el Ayuntamiento un inventario que refleje el número de ordenadores; sí consta en cambio la adquisición en 2005, 2006 y 2008 de 50 ordenadores de sobremesa y 30 portátiles. ¿Saben ustedes cuántos de estos ordenadores portátiles hay en estos momentos en el Ayuntamiento de Aranjuez? Cuatro, al que habría que añadir uno más felizmente localizado y que, según todos los indicios, será devuelto en las próximas horas.

Un servidor tuvo la inmensa fortuna de utilizar en su tierna y lejana infancia los afamados “Cuadernillos Rubio”, así que mis conocimientos matemáticos son suficientes para poder garantizar que se desconoce a fecha de hoy el paradero de 25 ordenadores portátiles. ¿Dónde pueden estar escondidos dichos ordenadores?  Pues vaya usted a saber. Podría darse el caso de que todo haya sido un malentendido y que los ordenadores estén acumulando polvo en cualquier dependencia municipal: enigma resuelto y que Martínez se trague sus palabras.

De no ser así, como primera medida encaminada a solucionar la sospechosa expropiación por las bravas de material informático, a mí se me ocurre la posibilidad de realizar ciertas pesquisas en los domicilios particulares de los cargos desalojados de sus poltronas consistoriales por la voz de las urnas

Si la investigación magistralmente encauzada por mi sagacidad rindiese provechosos frutos, tal vez se pudiese hablar con propiedad de que nos encontramos ante una cuadrilla de rateros. No obstante, no acabarían ahí las indagaciones. Tendrían entonces que entrar en acción los expertos en informática para proceder a un completo y exhaustivo análisis de los recuperados ordenadores, haciendo especial hincapié en sus respectivos discos duros. 

Cabría entonces la posibilidad de que supiésemos a ciencia cierta si han desaparecido documentos que pudiesen ser comprometedores para alguien. En caso afirmativo, sería el turno de la justicia: habría que esperar pacientemente el fallo de los jueces y, según lo que estos dictaminasen, tal vez nos las estuviésemos viendo con una cuadrilla no sólo de rateros: no sería descabellado hablar de rateros mangantes de la peor ralea. En tal caso resultaría de vital importancia el hallazgo de las dos cámaras de fotos mezquinamente sustraídas para hacer las correspondientes fotos a los culpables y empapelar con ellas las calles de Aranjuez: sería altamente recomendable que los convecinos de los maleantes pusieran cara a cada nombre.

Si yo hubiese ocupado algún cargo en el Ayuntamiento de Aranjuez y tuviese la conciencia bien tranquila estaría clamando para que se iniciase la correspondiente investigación, al ser el primer interesado en que se resolviese el asunto. Fíjense si sería fácil zanjar la cuestión que incluso yo sé los pasos a seguir. ¿Qué pasará? Probablemente nada. Tiempo al tiempo, que es el único que da y quita razones.

Gravísima es la desaparición y destrucción de documentos en papel o en disco duro, o al menos así me lo parece. Apelo a su benevolencia para que sepan disculpar el que lo haya tratado en tono jocoso y socarrón. Lo he hecho así porque precisamente no tiene ni puta gracia y, al menos en mi caso, el humor no deja de ser un mecanismo de defensa para mitigar el dolor: no sé a ustedes, a mí me duele ver en qué se está convirtiendo España.

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 20 de junio de 2011

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