miércoles, 12 de diciembre de 2018

El impermeable de Rubalcaba


Poco ha tardado el ex portavoz, ex ministro y ex vicepresidente del gobierno de Zapatero y actual candidato a la presidencia del gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, en apuñalar a su antiguo y moribundo jefe político. Saben ustedes que Zapatero, siempre a su puñetera bola el buen hombre, está disfrutando de sus vacaciones en Doñana. Pues bien, según Rubalcaba, y en referencia a la delicada situación económica, “quienes tienen que estar al frente de las políticas para resolver esas crisis tampoco se pueden ir de vacaciones. Y esta semana se ha demostrado que no es así”. Toma pedrada en toda la cocorota, Zapatero: el muerto al hoyo y el vivo al bollo, sí señor.

En principio no le falta razón a Rubalcaba al criticar veladamente al todavía presidente por estar descansando con la que está cayendo (aunque si está cansado no se deberá a lo mucho que ha trabajado por el país), pero esa razón deja de asistirle al recordar que Zapatero no está haciendo algo que no haya hecho antes, que básicamente es nada. Y en los casi ocho años que Zapatero lleva haciendo nada el señor Rubalcaba, destacado integrante de su gobierno, mucho se ha cuidado de abrir esa boquita privilegiada que la genética le ha dado para criticar al patrono. Es sólo ahora, con el cadáver político de Zapatero bandeando sin rumbo a la espera de su entierro, cuando Alfredo se atreve a atizarle si el menor recato. Y eso tiene un nombre: deslealtad.

Es claro que Rubalcaba está intentando marcar distancias con ese desastre llamado Zapatero, pese a que las responsabilidades de ambos, para bien o para mal, están íntimamente ligadas: los aciertos o errores de un gobierno han de ser solidariamente compartidos por todos sus integrantes, salvo que se abandone el barco conjugando el verbo dimitir en primera persona singular. Y lo cojonudo es que hasta es posible que le cuele. Rubalcaba es un auténtico superviviente ávido de poder, un soldado bregado en mil batallas de las que acostumbra a salir airoso ayudado por juego sucio y su ausencia de escrúpulos, un animal político químicamente puro que parece vestir un impermeable mágico que repele la generosa dosis de mierda que, en buena justicia, habría de salpicarle por sus actuaciones políticas. Y además el impermeable incorpora de serie un potente ventilador que distribuye dicha mierda, si la ocasión lo requiere, hacia donde sea menester con tal de que su portador salga limpito y perfumado, como bien ha comprobado en propias carnes el incauto Zetapé. Realmente, Rubalcaba es tan peligroso para sus amigos como para sus enemigos. ¿O será, tal vez, que Rubalcaba no tiene amigos?

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 10 de agosto de 2011

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