Feliciano López. |
No acostumbran, salvo honrosas excepciones, los deportistas españoles a hacer reflexiones públicas de especial calado intelectual y en rara ocasión van más allá del socorrido tópico. Es por eso de agradecer el valiente gesto del tenista Feliciano López, que huyendo del trillado lugar común ha manifestado a través de Twiter su más enérgica repulsa a los vergonzosos sucesos que están protagonizando las violentas hordas anti Papa en Madrid. En tiempos de mediocridad y cobardía es digno de alabanza y reconocimiento que alguien apueste por la honradez y la altura moral.
Expresa don Feliciano su “vergüenza” porque en España “siempre hay uno o varios miles de tontos que tienen que reventar todo y ensuciar nuestra imagen”. Completamente de acuerdo con el tenista, que a la ya citada honradez une una extraordinaria circunspección: el calificativo de tontos referido a los violentos provocadores es, bajo mi punto de vista, tremendamente benévolo. Nada tiene que ver, por ejemplo, el tonto de mi pueblo, que se limita a hacer sus inofensivas tonterías, con sujetos tan repulsivos como el oprimido artivista Shangay Lily, pongamos por caso.
No menos afortunado ha estado López al responder a quienes critican acerbamente el supuesto despilfarro que supone la visita a España de Benedicto XVI: “¿Por qué no os quejáis de todo el dinero que tiran en otras cosas? Sed coherentes y quejaros por todo lo que subvencionan” (que es mucho, añado yo). Tal vez el único pero que se le pueda poner a estas palabras sea la dosis de ingenuidad que encierran: pedir coherencia a aquellos que han hecho de la incoherencia y del relativismo su norma de actuación tiene cierta semejanza con pedirle peras al olmo o jamones a las cucarachas.
Un canto a la concordia y al sentido común son también las siguientes palabras de Feliciano López: “A mí me parece muy bien que sean ateos, laicos o lo que sea. Lo que es lamentable es no respetar a los que piensan diferente”. Ha dado aquí el tenista en el clavo, ya que éste y no otro es el verdadero meollo del pleito en cuestión: la absoluta falta de respeto y la intolerancia en grado superlativo de estos sujetos anti todo contra quien no comparte su forma de pensar. Es esta intransigencia, reflejada en actuaciones de claro tinte totalitario, la que les mueve a atacar con saña a todo aquel al que consideran disidente, a convertir al agredido en agresor, a justificar sus pendencias en virtud de las imaginarias provocaciones de quien se limita a expresar sus creencias. Y en el colmo del cinismo y de la desfachatez, pretenden hacer de su totalitario fanatismo bandera de progreso y libertad.
Sean por tanto bienvenidas todas aquellas denuncias como la formulada por el tenista López contra las violencias extremistas que suponen un grave quebranto para la pacífica convivencia entre españoles. Es tiempo de reaccionar. ¡Grande, Feliciano, grande!
Sean por tanto bienvenidas todas aquellas denuncias como la formulada por el tenista López contra las violencias extremistas que suponen un grave quebranto para la pacífica convivencia entre españoles. Es tiempo de reaccionar. ¡Grande, Feliciano, grande!
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 22 de agosto de 2011
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