Si fuese así, vale más que muchos catalanes se tiren al suelo y digan que les ha dado un dolor. Ya que en las declaraciones del futurible Artur Mas, puesto que a él me refiero, no es posible encontrar ni un solo miligramo de lealtad o transparencia. Primero dice que ‘Estamos dispuestos a llegar hasta el final en el derecho a decidir de los catalanes’. Se entiende que al margen del resto de los españoles. Y luego añade que: ‘Este camino acabará en el punto en que la sociedad catalana mayoritariamente quiera’. A lo que no fija plazo alguno para establecer el final del camino, que probablemente será en el punto en que a él le convenga, ni porcentaje de esa mayoría a la que apela, por lo que siempre es posible jugar a la mitad más uno del censo, de los votantes reales que se pronuncien o de los que han dicho sí a la propuesta incluso si se quedan en un tercio, como así ocurrió con el Estatut.
De tales afirmaciones se me plantea más de una duda: ¿Es que la Constitución no fue aceptada en Cataluña, o acaso llevaba fecha de caducidad? ¿Quién o qué les ha otorgado a los catalanes el derecho a decidir por su cuenta? Que yo sepa, nadie ni nada, salvo en la elección de sus propios gobernantes regionales y de los miembros de un Parlamento autonómico que debe sujetarse en todo momento a lo que diga la Ley fundamental. De lo contrario, quien sí dispone realmente del derecho a decidir, como establece nuestra Carta Magna, puede llegar a ‘obligar al cumplimiento forzoso’ (1). Hablo de un Gobierno de España que realmente ejerza como tal, evidentemente.
Supongamos una comunidad de propietarios de 47 miembros en la que un buen día, reunidos en junta, siete de ellos aseguran que tienen el derecho a decidir y están dispuestos a llegar hasta el final. ¿Qué se entendería de algo así? ¿Acaso que piensan levantar una nueva pared maestra que atraviese las cocinas o los baños (léase frontera) para separar esas siete viviendas del resto de la finca? ¿Y los elementos y servicios comunes, como escaleras y ascensores, qué hacemos con ellos? ¿Y las zonas privativas respecto al uso, que no privadas, como puedan ser las terrazas o los patios? ¿Las tapamos con ladrillos e impedimos el acceso? ¡Menudo disparate! Pues más o menos es a lo que suena la palabrería de Artur Mas, a disparate. Y un disparate aún mayor, por no llamarlo directamente rebelión, si como se deduce de sus palabras bastase con dos o tres vecinos, de los siete (otros dos o tres se habrían abstenido y uno votado en contra, como en el referéndum del 'Estatut'), para tomar su particular acuerdo a ‘decidir’.
Una segunda duda podría relacionarse con esa ausencia de plazo para el logro de sus objetivos separatistas: ¿De cuántos siglos hablamos? Aquí se ve con nitidez que el victimismo jamás se fija plazos y opta siempre por la ambigüedad. Encontraron un buen jamón hace 32 años y piensan mantenerlo indefinidamente, cortando lonchas extrafinas para que el ‘patanegra’ les dure. Todo sea por el uso privativo de las 300 familias que mandan en Cataluña. Y un último interrogante: ¿Dejarán los ciudadanos catalanes que esta aberrante situación se eternice en beneficio de unos pocos?
(1) Constitución Española. Artículo 155
1. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.
2. Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas.
Autor: Policronio
Publicado el 11 de agosto de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.