Frontera de Melilla. |
‘Es complicado estar sellando pasaportes mientras te llaman cabrón… Y qué decir del trato a las compañeras, no respetan su autoridad porque además son mujeres’. Así se expresaba uno de los portavoces de los sindicatos policiales respecto a la frontera de Melilla con Marruecos, donde periódicamente surgen conflictos organizados por una veintena de sicarios marroquíes, que actúan a las órdenes del tirano Mohamed VI y que se disfrazan bajo las siglas de la organización ‘Comité Nacional de la Liberación de Ceuta y Melilla’. Un ‘comité’ que en las últimas horas no ha dudado en bloquear la frontera y previamente ha colocado carteles insultantes del lado marroquí.
Carteles insultantes hacia las mujeres policías españolas. |
Curiosa liberación la de unos territorios donde el litro de leche se compra a 50 céntimos mientras que en Marruecos vale a 80, lo mismo que sucede con numerosos productos de primera necesidad. Y con salarios dos tercios más bajos en el caso de los afortunados que cuentan con empleo, lo que da lugar a que unos 12.000 marroquíes crucen cada día la frontera para cargar 50 o 60 kilos de mercancías que posteriormente revenden en suelo marroquí. Eso sí, después de pagar el ‘peaje’ correspondiente a una policía rifeña tan corrupta como servil cuyo comportamiento no se le escapa al monarca alauita.
A poco que uno se fije, puede advertir que lo que ahora sucede en la frontera de Melilla obedece a la típica maniobra traicionera —similar a la que sucedió cuando la visita del rey de España a la ciudad— de ese déspota que todo lo controla en Marruecos y cuya familia, compuesta de cientos de aristócratas intocables, con derecho a vidas y haciendas, a su vez controla cualquier actividad que deje algún beneficio en el país vecino, desde la producción y exportación de droga, pasando por esa agricultura en la que a los trabajadores se les pagan jornales de hambre —de ahí su altísima competitividad respecto a la española—, lo mismo que sucede con las industrias turística y de la construcción, que están en buena medida controladas por multinacionales y donde la ganancia que no se marcha al exterior queda casi exclusivamente en manos de la familia real.
Precisamente para evitar que el pueblo se despierte alguna vez y pase directamente del feudalismo a la revolución, la política del tirano es desviar la atención de sus súbditos con la excusa de cualquier conflicto creado artificialmente. Lo de Melilla es un artificio que la prensa marroquí aireará a conveniencia del opresor que la controla. Lo de Melilla es, digámoslo alto y claro, una herramienta de doble uso: propagandística hacia los rifeños muertos de hambre, a los que ya no les queda ni la opción del uso de la patera, y a la par destinada a reivindicar unas ciudades que jamás pertenecieron al reino de Marruecos. Ni una hoja de cualquier árbol se mueve en el cortijo de Mohamed VI sin que éste dé su aprobación, tampoco en la frontera de Melilla. Luego ese supuesto ‘Comité de Liberación’ no deja de ser como cualquiera de las muchas asociaciones subvencionadas en los territorios españoles donde gobierna el nacionalismo: matones o propagandistas al servicio del poder despótico.
Mohamed VI no atenderá jamás a razones, ni quiere ni puede. Lo mismo que ocurre con los nacionalistas en España. La única solución es un buen ‘guantazo’ para callarle/s durante una temporada, en espera del siguiente desvarío y su correspondiente guantazo. Y que cada cual sustituya la palabra guantazo —término alegórico a la firmeza— por la medida de presión que considere oportuna.
Autor: Policronio
Publicado el 13 de agosto de 2010
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