Incluso la flotilla mal llamada de la libertad, pergeñada por el turco Erdogán, patrocinada por Hamas y alentada por la quintacolumna de periodistas cuasianalfabetos que copan las redacciones de prensa de esta Europa vergonzante y avergonzada de sí misma, en general, y de esta España al borde del colapso institucional, moral y económico, en particular.
No descubro nada si digo que la parte fundamental, en los movimientos de los ejércitos antiguos, lo constituía la unidad de meretrices, encargada de levantar la moral de la tropa por la mañana y de dar descanso al guerrero por la tarde, a falta de otros estimulantes o relajantes artificiales, tan de moda en la guerra moderna donde, sí acaso, se permite la presencia ante las tropas de una chica neumática, dizque cantante, por ver de sostener el amor propio.
Ni que decir tiene que, a las putas, aclaro para los trolls logse, el curso de la guerra les importaba un pimiento y como buenas profesionales de lo suyo, lo que les importaba era la afluencia de clientes, vinieran de donde vinieran, siempre que fuera con dinero fresco.
Y parece mentira, la costumbre de llevar una unidad de meretrices a la guerra ha vuelto. Eso sí, formada por miembros y miembras de Oenegés de extrema izquierda, a los que el hecho de que les maten nueve soldados les importa una higa.
No hay más que ver con qué alegría se desenvuelven.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 6 de junio de 2010
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