Con la única y honrosa excepción de Castilla-La Mancha (de momento), todas las comunidades autónomas gobernadas por el PSOE, en solitario o en coalición, han decidido subir impuestos. ¿Mera casualidad? En absoluto: Aumentar la presión fiscal va en los genes de todo socialismo que se precie. Sus típicas políticas, puramente intervencionistas y basadas en un crecimiento exponencial del gasto público, acaban generando irremisiblemente una deuda y un déficit en las cuentas públicas que se hacen cada vez más insostenibles; y dado que los Gobiernos socialistas suelen resistirse a reducir drásticamente el gasto y ese gran aparato burocrático-administrativo que se ha ido erigiendo, prefieren obtener ingresos vía incremento de impuestos.
Eso sí, siempre que se procede a exprimir aún más si cabe el bolsillo del sufrido contribuyente, son inevitables las consabidas consignas populistas y las rancias apelaciones al resentimiento: Pagarán 'los ricos' para que sean 'solidarios' con los que menos tienen. ¿Y quiénes son los más pudientes para nuestros socialistas irreductibles? Recordemos que, según el presidente Zapatero, quienes ganen más de 24.000 euros al año (es decir, unos 1.200 al mes) son lo suficientemente adinerados como para no ser merecedores de beneficios fiscales por la compra de una vivienda; ahora bien, si se trata de subir el tramo autonómico del Impuesto sobre la Renta, depende de lo que considere cada Gobierno regional qué es renta alta: Para el catalán, 120.000 euros; para el andaluz, 80.000; y para el extremeño, 60.000. Palpable demostración de la arbitrariedad con la que los políticos deciden quiénes ostentan la categoría de 'rico' para, bajo el sacrosanto principio de la 'justicia social', esquilmarles sus ganancias.
Sin embargo, más allá de la demagogia que esconde un incontenible afán recaudatorio, tales subidas de impuestos resultarán especialmente nocivas en la actual coyuntura de crisis económica: Máxime cuando afectarán en buena parte a autónomos y pequeños y medianos empresarios a los que se les dificultará todavía más su supervivencia y, por tanto, su papel en la creación de puestos de trabajo y en la generación de riqueza. En el mejor de los casos, 'votarán con los pies' e invertirán en otras regiones que ofrezcan un marco impositivo menos gravoso. Y, para más inri, lejos de incrementarse, la recaudación fiscal puede verse mermada cuando de esta forma se penaliza la actividad económica.
Lo peor de todo es que son sobradamente conocidos los resultados de tales políticas: No por azar las dos regiones más retrasadas económicamente de España, Andalucía y Extremadura, han tenido siempre Gobiernos autonómicos socialistas; y tampoco es casual que Cataluña, desde que rige el tripartito nacionalista de izquierdas, haya ido perdiendo dinamismo económico hasta ceder el liderazgo en renta per cápita a la Comunidad de Madrid.
Cuando, recién elegido secretario general del PSOE, se presentaba a la opinión pública como el 'Tony Blair español', Zapatero llegaría a aseverar que 'bajar los impuestos es de izquierdas'. Quizá de esa forma pretendía convencernos entonces de que en José María Aznar, y antes incluso en Margaret Thatcher y en Ronald Reagan, anidaba en realidad un socialista. Pues bien, no sólo su propia experiencia de Gobierno (no olvidemos que subirá el IVA en julio, que la eliminación de la deducción de 400 euros ha supuesto un incremento general del IRPF y que ha prometido nuevos aumentos impositivos), sino la de su antecesor Felipe González y la de su partido en distintas comunidades autónomas, demuestran bien a las claras justo lo contrario: Que lo que es de izquierdas es subirlos. Es más: Es parte esencial de la más profunda idiosincrasia del socialismo.
Autor: Pedro Moya
Publicado el 11 de junio de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.