Se le ha dado la peor solución posible al estatuto de Cataluña, es decir, se le ha recortado una minucia que sólo servirá para que los nacionalistas se sientan maltratados y se declaren en rebeldía, puesto que jamás se conformarán con lo que tienen. Luego no puede estar más claro que a la bestia se la ha dejado viva. El asunto me recuerda el insólito episodio de la primera Guerra del Golfo, cuando al genocida Sadam Husein se le venció parcialmente, sin que nadie se atreviera a cruzar una hipotética raya en el suelo, y ello dio lugar a una segunda intervención que aún no ha concluido.
No culpo esencialmente al TC, un tribunal político, sin independencia alguna y compuesto de personas de carne y hueso que se han mostrado incapaces de ofrecernos algo más que cobardía e intereses creados. No, aquí es a Zapatero a quien debe corresponderle el ‘privilegio’ de haber hundido España a través de un estatuto que nos roba a los españoles la idea (y la praxis) de igualdad ante la ley. También es culpable Rajoy, que durante todo el tiempo ha preferido jugarse el resto al derrumbe de la economía, para llegar al poder, y ha omitido siempre cualquier atención al desplome de cuantos valores y tradiciones nos han unido durante siglos. Sí, tanto Zapatero como Rajoy son los dos políticos funestos a los que atribuirles la autoría de un suelo tan resquebrajado.
España no tiene solución con estos políticos de medio pelo, uno por malvado, el otro por tembloroso. Lo mejor que podría ocurrir es que Cataluña se separara de España y los nacionalistas nos dejarán a todos en paz. Y aún mejor, que España se fraccionara en 17 naciones y comenzara desde cero un periodo de reunificación, con una Constitución donde la igualdad ante la ley fuese absoluta, sin privilegios ni fueros particulares. A sabiendas de que cualquier nacioncita que quisiera sumarse al proyecto común debería disolver sus instituciones e integrarlas en las españolas. ¿Algo así es una utopía? ¡Por supuesto que sí, pero no por ello menos apetecible!
Autor: Policronio
Publicado el 29 de junio de 2010
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