El parlamento de Cataluña acaba de aprobar una propuesta que insta al Tripartito para que ‘se pueda escoger el idioma en las producciones de RTVE que sean originales en catalán’, eso sí, dándole preferencia al catalán sobre el español. El resultado debería ser, según lo que se desprende de la propuesta, que cualquier emisión que se escuchara en Cataluña ofrecida por TVE (no tardarán en hacer lo mismo con las demás emisoras, como pasa con el cupo de las radios), incluso encuentros deportivos o reportajes de relleno, tendría que emitirse en dual con el idioma ‘propio’ por defecto. Ya no hablemos de las películas o de cualquier obra de ficción, que a buen seguro pasarán a producirse en catalán (productoras de TV no faltan en Cataluña) y a destinarse a un mercado cada vez más cautivo, subvencionado y radicalizado aun cuando el TC haya sentenciado en contra.
Ya se encargarán los que mangonean las teles en la región catalana (todos los canales están sometidos al régimen) de hacer pasar cualquier cosa por obra original. Es decir, según la nueva propuesta perpetrada por el despótico ‘Parlament’, se le obligaría al espectador a buscar el otro idioma, lo que no está al alcance de todo el mundo, ni por el modelo de receptor que posea ni por la capacidad digamos… ‘técnica’ para cambiar el sonido. Todos hemos visto a nuestros mayores, que son los más aficionados a sentarse ante la tele, darle al botón y ponerse a ver lo que le ‘echen’. Como mucho, arriba y abajo con los canales.
Cada día que pasa estoy más convencido de que en Cataluña nos las habemos ante una dictadura cuyos gobernantes (y la mayor parte de la oposición) han sido inoculados desde hace tiempo con el virus del fascismo, que es esa ideología perversa según la cual se impone por narices un estilo de vida para todo (el nuevo estatuto decide incluso sobre el paisaje) y para cualquiera que habite el territorio. A muchos de ellos, solamente les falta el asesinato directo para convertirse en unos facinerosos, porque actos de violencia ya se dan o se consienten, tanto por parte de unas supuestas fuerzas del orden, represoras de un acontecimiento que se celebró con toda normalidad en el resto de España, como por los ‘escamots’ que actúan al amparo de ciertos partidos políticos y a los que nunca se les investiga el delito.
Con un agravante respecto al fascismo clásico: mientras éste nunca presumió de demócrata, los políticos catalanes no cesar de alardear de ello. ¡Farsantes! Sí, farsantes desde el momento en el que estos fulanos piden a todas horas una España plural e imponen una Cataluña monolítica y amordazada. Porque si la reciprocidad existiera en la cuestión objeto de este artículo, debería de haber comenzado por el idioma en el que emite la TV3, que es en dual mientras no esté el español de por medio. Es decir, cualquiera puede ver una producción difundida desde ese antro fascista y oírla en catalán-inglés, catalán-francés o… catalán-birmano, pongamos por caso, pero si se trata de una película española (de las pocas que se atreven a poner) entonces la emisión es en catalán-catalán. Yo no lo veré, porque para desmontar un régimen tan tiránico y hoy tan consentido por el ‘Gobierno de España’ (integrado por otro grupo de farsantes) se precisa un montón de años, pero estoy convencido, politicastros inmundos, de que a la larga lo pagaréis caro y en el futuro seréis recordados como unos siniestros liberticidas que ocuparon el poder en la era más ominosa de Cataluña.
Las imágenes nos muestran al fundador del Régimen, que presumía de ayudar a la gobernabilidad de la nación mientras imponía el adoctrinamiento más atroz y mentiroso; al presente del Régimen, ese Tripartito en el que Montilla ha venido a ser un pelele en manos del fascista Carod (de su departamento partió la decisión de que a los jóvenes catalanes se les impidiese ver la final del Mundial y, por si fuera poco, acaba de soltarle 170.000 euros a Omnium, la entidad que organizó el aquelarre del día 10 en Barcelona). Finalmente, la tercera imagen nos muestra el futuro inmediato del Régimen, una coalición separatista de derechas que no le hace ascos a esas banderas ‘estelades’ que proclaman abiertamente el deseo cismático y cuyos dirigentes siguen jugando, por intereses políticos, a la ambigüedad de no manifestar en el programa su angustioso interés en la independencia. ¡Farsantes todos ellos! ¡Fascistas sin dejar ni uno! Eso sí, en el futuro todo puede ir a peor, a mucho peor.
Autor: Policronio
Publicado el 22 de julio de 2010
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