Digo yo que el sujeto, al que la Caixa le perdonó el pago de seis mil millones de pesetas, loado sea el socialismo que nos lleva de excursión, tendrá sus razones, para ser el último de los abanderados en la revuelta, de esa cosa que nunca fue reino, un condadillo, y ahora se pretende nación.
Abanderado de esa Cataluña desnortada y que no es nada sin aranceles y un Franco cualquiera, antecedente de esa quimérica galeusca, odiadora de Castilla, simplemente porque los castellanos la y lo tienen más grande: la polla y el pendón. Esa Castilla, pesadilla del renegado, hacedora de imperios, donde nunca se ponía el Sol, que con cuatro gatos y unos veinte aliados, repartió la cristiandad y la lengua de Cervantes por todos los confines de la Tierra. Literalmente.
O sea, que será que el chochopava, pichatriste y sobacón, ignorante de todo ello y ahora servido de negrona, habrá jurado, como una Escarlata cualquiera, que nunca volverá a pasar hambre. Hambre de Iznájar, hambre cordobesa y andalusí, por lo siglos de los siglos. Amén.
Y por ello será, que pretende verse erigido en el mandamás de una tierra, antes prometida por lo que fue, y ahora renegada por lo que es: la cuna del último fascismo, odioso y pendenciero.
No obstante, Yusep, siempre serás un maldito muerto de hambre. O sea, un charnego.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 24 de julio de 2010
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