Ya pasó el Mundial de fútbol del que España fue, por fin, la selección campeona; ya quedaron atrás los festejos y las multitudinarias manifestaciones de alegría de los españoles de toda condición por esa ansiada victoria, con ondear de banderas y símbolos nacionales como nunca antes habíamos visto; ya, Zapatero, aprovechando la ocasión para su gloria personal, soltó su discurso sobre España y África a propósito del Mundial, mezclando, como en él es habitual, churras con merinas.
Una sorpresa que nace, como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta el trasfondo político y social que en estos momentos padecemos, en que tan perseguido está todo lo identificado con España, como su bandera, sus símbolos, su lengua o su cultura, no fuera de nuestras fronteras como se podría pensar, sino dentro, protagonizada esta persecución por los partidos nacionalistas e independentistas y alentada, y esto es lo más doloroso, por el propio gobierno de Zapatero.
Este hecho demuestra hasta qué punto la política está alejada de la sociedad, demuestra que los españoles se sienten españoles y así lo han expresado, que defienden su bandera y que se niegan a abjurar de su nación, que es, en definitiva, la garante máxima de su condición de ciudadanos libres e iguales, y que, a pesar de los políticos que dicen representarles, manifiestan con orgullo simplemente lo que son, españoles.
Autor: Fernando León (Firmas invitadas)
Publicado el 23 de julio de 2010
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