Lo del Sahara no tiene nombre. Una antigua provincia española está siendo sometida a la opresión más extrema, incluyendo el asesinato de algunos de sus habitantes —los que sólo son apaleados o encarcelados que se den por contentos— y el felón de ZP sigue enamorado del tirano que ordena esa violencia. El eterno adolescente ni condena ni reacciona. Se limita a decirle a su minisTrini que dé como respuesta la falta de información. Como si no se supiera lo que ocurre en el Sahara. Y claro, Trinidad hace el papel de geisha y sonríe ante las cámaras, alegando ignorancia. No es que la minisTrini no se atreva a más, cortita ella, es que su jefe, el felón, no es capaz de vestirse por los pies. ¿Le deberá algo al moro?
¿Qué no tocará Zapatero que no acabe embadurnado de podredumbre? Ha destrozado España, permitiendo que el nacionalismo se atiborre de odio y a punto de echarse al monte (lo que puede ser irreversible de no mediar un baño de sangre), y no contento con ello emprende el camino de destrozarles la vida a los saharauis, para lo que no le importa seguir encamado con el moro Mohamed. Malditos sean millones de veces (una por cada persona que sufre a causa de sus canalladas), los que como ZP o el Sultán han venido a este mundo para causar tantos males irreparables. Despreciadas sean, de paso, cuantas minisTrinis arrojan su dignidad al estercolero con tal de seguir ocupando poltrona. Esto del socialismo siempre ha sido una lacra peor que el cólera, pero se convierte en la peste del siglo XXI cuando se ‘alianza’ con el despotismo islamita.
Autor: Policronio
Publicado el 15 de noviembre de 2010
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