Joseba Egibar. |
Una de las características que mejor definen al genuino nacionalista radical vasco es la de vivir en permanente estado de cabreo. Esta incomprendida particularidad es absolutamente normal y no debe mover a asombro, ya que el nacionalista es un ser genéticamente diseñado para sentirse agraviado, de forma real o calculada, por las razones más triviales e insustanciales.
No lo puede evitar: cuando al nacionalista, de suyo tan susceptible, le ofenden se enfada. Este fenómeno, conocido como Ley Natural de Ofensa-Enfado, rige desde tiempo inmemorial el ecosistema nacionalista vasco a modo de necesario mecanismo de defensa contra el feroz opresor español. Para dar salida al monumental enfurruñamiento, el nacionalista recurre a una descarga verbal que lo relaja y le hace recuperar el buen humor y la ternura propios de su idiosincrasia.
Recientemente esta simpática Ley Natural se ha manifestado en todo su esplendor en el ofendido y cabreado Joseba Egibar. La cuestión no es baladí: recordarán ustedes que el último mundial de fútbol fue brillantemente conquistado por nuestra selección (con el consiguiente enojo nacionalista según la inmutable Ley Natural de Ofensa-Enfado, en adelante LNOE). Y, mira por donde, en la victoriosa selección nacional militan varios jugadores vascos y, por tanto, españoles. Y, hete aquí, que en su española región de origen estos jugadores han sido recibidos, portando la flamante Copa del Mundo, en el Parlamento Vasco. Hasta aquí todo correcto.
Pero, lógicamente, el nacionalista Joseba Egibar, según los postulados de la LNOE, ha entendido el acto a puerta cerrada al que no asistió como “una provocación” ya que la selección española “no es la nuestra” y se ha cabreado como una mona. También ha explicado que la presidenta Quiroga ha trasladado al Parlamento su “afirmación de españolidad”. No dudó Egibar en erigirse en intérprete de voluntades ajenas afirmando estar convencido de que a los tres jugadores vascos “les gustaría jugar, salvo que ellos dijeran lo contrario, en su selección natural de manera oficial, que sería la de Euskadi”.
Habrá quien diga que Joseba no tiene razón al querer identificar al PNV con la totalidad de los vascos. Es posible que haya quien opine que la desvergüenza de este sujeto es difícilmente igualable. No faltarán desalmados que piensen que el cinismo, la insolencia y la deslealtad de Egibar alcanzan cotas insuperables. ¡Craso error propio del intolerante imperialismo español! Desde mi reconocida autoridad en la materia, les aseguro que yerra gravemente y con clarísima mala intención quien ose plantear el problema en esos términos: todo se reduce a una mera cuestión biológica, la LNOE, y nada podemos reprochar al pobre Egibar. ¿No quieren ustedes que el nacionalista Joseba, con más razón que un santo, se enfade y largue memeces por esa boquita que Dios le ha dado? Pues no le provoquen, leñe, que bastante le hemos hecho sufrir ya.
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 4 de diciembre de 2010
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