Isabel-Clara Simó. |
Si no fuese porque tengo demasiado respeto por cualquier creador literario, y la alcoyana Isabel-Clara Simó posee una obra nada despreciable, al menos respecto al volumen, ganas me darían de asegurar que a esta señora se le ha ido la olla en un ataque agudo y repentino de Alzheimer que le ha abarrotado el cerebro de cretinez nacionalista. No de otro modo puede definirse la actitud de quien afirma lo siguiente: ‘[Cuando Cataluña se independice] seremos la cuarta potencia europea, y Europa estará orgullosa de tener, por fin, un estado civilizado en el sur del continente…’ .
Simó y Laporta, dos ejemplares perfectamente clasificables en la especie nazi. |
No es de extrañar que afirme tal disparate quien se ha presentado de número cuatro en las listas electorales del nazi Joan Laporta, ex presidente y presunto malversador del Barça, cuyo programa político consiste exclusivamente en asociarse con el primero que se asome al balcón del ‘Palau de la Generalitat’ y proclame a las bravas (ejemplo puro de nazismo) la independencia de Cataluña. Un método delictivo que, como es posible deducir, le confiere a ese partido político la condición civilizada que la señora Simó proclama para lo que no es más que una región de España, sometida a la ley como cualquier otra, y cuya sedición ella propone con esta frase: ‘Empieza la libertad de los catalanes’.
A partir de semejantes declaraciones, tan radicales como antidemócratas, da pena considerar en qué ha quedado el prestigio intelectual de una de las autoras más importantes de la literatura catalana, o al menos así está considerada por los que poseen la facultad para indicar quién vale y quién no vale en ese mundillo cerrado a cal y canto que es el nacionalismo pancatalanista (no olvidemos que la señora Simó es alicantina), tan propenso a repartir etiquetas en función de lo adicto a la causa que se declare cualquier escritor.
Es evidente, pues, que si Isabel-Clara Simó se proclama entusiasta de Laporta, de quien afirma que es un crack, y además añade unas cuantas frases dignas del más cerril de los cismáticos, entonces nos las habemos ante el típico sujeto (otros dirían sujeta) cuya obra literaria debe estar plagada de insultos a la razón. No seré yo quien me interese ni un ápice en lo que haya escrito. La literatura debe expresar, ante todo, sentimientos universales, no complejos retrógrados localistas.
Autor: Policronio
Publicado el 3 de diciembre de 2010
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