lunes, 26 de noviembre de 2018

La deshonra ha caído sobre Gijón


Lo siento por ustedes, ciudadanos de Gijón. Lo siento por nosotros, ciudadanos de España. Triste baldón acaba de ultrajar a tan bella capital: Santiago Carrillo, según ha anunciado el concejal José María Pérez, será nombrado próximamente hijo predilecto de la ciudad asturiana. La infame decisión ha sido tomado por unanimidad por los tres grupos municipales( PSOE, IU y PP), que aducen como mérito para justificar tamaña afrenta al más elemental decoro y sentido común la "más que dilatada carrera política de Carrillo desde la República". 


El homenajeado no cabe en sí de gozo y ha declarado que la alcaldesa es “una buena amiga que ya lo había intentado en otras ocasiones”. En pleno frenesí, reconoce el que fuera sumiso lacayo de Stalin estar “muy satisfecho” porque “el hecho de que mis paisanos hayan tomado esa decisión sin que yo lo pidiera le otorga, a mis ojos, más valor”. Además, olvidándose de la retórica internacionalista, ha dicho el aristócrata de Paracuellos que "Gijón es mi pueblo y siempre jugué a ser asturiano". 

Cementerio de Paracuellos del Jarama.

Mi opinión sobre tan siniestro personaje la he expuesto en una reciente entrada en Batiburrillo y es ocioso repetirla nuevamente. Por otra parte, la reacción de Carrillo es natural, ya que, con muchos secretos que ocultar y chorreando sangre inocente por cada poro de su piel, todas estas zarandajas le vienen de perlas para intentar limpiar su abyecto historial, y a ellas se aferra el ex secretario general del PCE como supuesta legitimación de su trayectoria. Carrillo de tonto tiene lo justo y sabe que en cualquier país mínimamente civilizado estaría relegado al lugar del desprecio y la vergüenza; aquí es honrado y reconocido. Y si alguien quiere honrar a este nefasto elemento, hay varios galardones para cuya obtención el angelito ha acumulado sobrados méritos y es notoria injusticia que no haya logrado: canalla español del siglo XX, gran maestro de la traición y el embuste, medalla de oro al cinismo y la crueldad... Creo, no obstante, que nunca alcanzará tales reconocimientos: es de esperar que cualquier jurado rechazaría la candidatura de Carrillo por ventajista y abusón.

Que los concejales populares hayan apoyado esta resolución me parece suficiente razón para que no reciban un sólo voto en las próximas municipales y se vayan a limpiar letrinas, ya que tanto parecen gustarles las heces. Que en este país se le quiten calles a Salvador Moreno por "fascista" (cuando sabido es que el digno marino nunca tuvo ninguna simpatía por esa ideología), se desprecie a Múñoz Seca, se prohiban homenajes estrictamente literarios a Agustín de Foxá, se grite impunemente "a por ellos como en Paracuellos" (buenos tiempos aquellos, ¿verdad, Santi?) y al tiempo se honre a pájaros de tan mal agüero e infausto recuerdo como Carrillo me lleva a pensar que la cosa por ahora no tiene remedio: la brutalidad, la incultura y la sinrazón han arraigado tan profundamente que extirparlas será poco menos que misión imposible a corto plazo. Y no será el PP, visto lo visto, el que ponga manos a la obra.

Si alguno de los lectores de este artículo tiene familiares asesinados en Paracuellos, sólo quiero decirles que lamento profundamente que tengan que soportar esta nueva ofensa, y que si se han acordado de los antepasados de esta caterva de concejales hasta la quinta generación es perfectamente comprensible. Carrillo está disfrutando de su momento de gloria, pero todo tiene fecha de caducidad y ciertas cosas caen por su propio peso. Carrillo morirá, y cuando pasen los años y los gusanos se lo hayan merendado (si tienen estómago los pobrecillos) la historia hará justicia y acabará ocupando el lugar de honor que realmente le corresponde en el Panteón de Canallas Infames de la Historia de España.

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 12 de diciembre de 2010

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