Santiago Carrillo. |
Dice el sabio refranero español que mala hierba nunca muere. En el caso de Santiago Carrillo el refrán acierta de pleno. A sus 95 años, sanguinario historial a las espaldas, desfachatez sin par y gozando de aparentemente buena salud sigue Santiago dándole a la tecla.
En esta ocasión, nos cuenta Carrillo en una columna en El Siglo su sectaria opinión sobre la visita del Papa y aprovecha para darnos su peculiar versión sobre ciertos episodios de la historia de España. Náuseas me ha producido lo escrito por el discípulo de Stalin y creo necesario hacer alguna puntualización a la tremenda sarta de chorradas malintencionadas desgranadas por el nonagenario Carrillo: no necesariamente una longeva edad es sinónimo de sabiduría y honestidad. Y digo más: Carrillo no tiene vergüenza.
En primer lugar, Santiago, la visita del Papa sólo podría haber herido la sensibilidad de españoles tan resentidos y revanchistas como tú, pero tal posibilidad está descartada porque no se puede herir la sensibilidad de quien, como es tu caso, no la tiene. Por otra parte, atribuirle al Papa propósitos partidistas y el deseo de ayudar al PP sólo se puede hacer desde la maldad, la estupidez o ambas cosas a la vez. Elige lo que prefieras, yo me decanto por la tercera opción.
Seguimos. El Papa no ha olvidado la historia, de ahí que haya dicho lo que ha dicho. Es a ti al que le interesa dar una visión tremendamente sesgada de la historia. No me extraña, motivos personales tienes más que sobrados para falsear la realidad. No fue la Iglesia la que mostró hostilidad a la República, como tú bien sabes y convenientemente olvidas: fue la Iglesia la atacada en mayo de 1931 por extremistas de tu calaña que contaron con la simpatía y comprensión, entre otros, del ministro Azaña. Ataques que se sucedieron durante todo el período republicano.
Por mucho que te moleste, la reagrupación de la derecha fue absolutamente lícita y lógica. Y sigo refrescándote la memoria: Gil Robles se mostró infinitamente más respetuoso con la legalidad republicana que el PSOE, partido en el que tú militabas. Un sólo ejemplo: octubre del 34. Por otra parte es normal que la perseguida Iglesia diese su aliento moral al levantamiento cívico militar de 1936: de haber triunfado las doctrinas por ti defendidas, lo de Paracuellos, que conoces bien, habría quedado en mera anécdota al lado de lo que hubiese sucedido en todo el país, a semejanza de lo ocurrido en todos aquellos países que tuvieron que soportar la lacra del comunismo por ti tan apetecida. Eso sí, como privilegiado burócrata y no como esforzado proletario: me consta que tonto no eres.
Aunque finjas desconocerlo, el anticlericalismo sigue siendo seña de identidad de buena parte de la izquierda actual y las supuestas razones con las que lo justificas son de coña. Por otra parte no era "el pueblo" el que quemaba iglesias y conventos, de forma para ti plenamente justificada al ser "símbolos de opresión". Los "quemaconventos" eran los exaltados que compartían tus ideas. Que, por cierto, fueron los mismos que en plena guerra asesinaron a miles de religiosos por el simple hecho de serlo, aunque tal vez también esos crímenes encuentren tu justificación en aras de una imaginaria opresión. Especialmente patético es lo de que el Papa tenga que agradecerle al PCE el mérito de que los españoles ya no quemen conventos, que en algún caso no es por falta de ganas. Lo que tenemos que agradecer los españoles a Dios es que tú y tus amigotes no lográseis llevar a buen puerto vuestro propósito de convertir a España en una sucursal de la URSS pese a vuestros ingentes esfuerzos por conseguirlo. Y lo de "retirar privilegios injustos que hoy utiliza para actuar como un poder político fáctico, que se opone al poder civil y democrático elegido por el pueblo y a los derechos humanos más elementales" no te lo crees ni tú, tío: ¿lecciones de democracia y derechos humanos un ferviente admirador y discípulo de Stalin? ¿Para cuando una columna condenando los crímenes del comunismo español e internacional? Te aseguro, Santi, que tienes material para rato: no te estoy contando nada que tú no sepas de primera mano. Y deja de llenarte la boca con la gilipollez de "el pueblo": "el pueblo" siempre ha rechazado tus ideas, que sólo han conseguido triunfar por la fuerza de las armas y ejerciendo una represión sin parangón en la historia.
Dejo para el final este párrafo que me parece simplemente demencial: "La democracia española –incluidos no pocos católicos– todavía está esperando a que el Papa pida perdón por su apoyo a la sublevación y al franquismo, por haber proclamado la Guerra Civil como cruzada católica. Y probablemente hay españoles que piensen que ha llegado la hora de que España presente al Vaticano la exigencia de una rectificación". Te lo aclaro, colega: en primer lugar, perdón tendríais que pedir, en general, los que habéis tenido el mayor grado de responsabilidad en el desencadenamiento de la Guerra Civil. Y tú, en particular, si tuvieses un ápice de dignidad y honradez pedirías perdón por haber apoyado la insurrección de octubre del 34, por haber ocupado un puesto relativamente importante en el partido que hizo inevitable la Guerra Civil, por haber traicionado a tu protector en ese partido, por haber militado en un partido vendido a los intereses de una potencia extranjera, por tu implicación fehacientemente documentada en la represión de retaguardia, por haberte inventado un pasado de héroe de guerra sin haber estado en ningún frente, por tu cobarde huída sin preocuparte de tantos camaradas abandonados a su suerte, por la abyecta carta repudiando a tu padre buscando tu beneficio personal, por tu despreciable sumisión al más sanguinario tirano que ha conocido la historia, por haber traicionado y vilipendiado a compañeros sin duda más comprometidos que tú. Sé perfectamente que no lo harás, pero al menos ahórrate tus lecciones de ética, tus tergiversaciones de la historia y tus exigencias de pedir perdón. El mal que has hecho ya no tiene remedio, pero no es necesario que sigas ofendiendo de forma mendaz.
Me ha dicho un pajarito que eres curioso y acostumbras a leer todo lo que se escribe sobre ti. Ojalá leas este escrito. Sé que no te vas a sonrojar; sé que te lo vas a pasar por el mismísimo forro; sé que me acusarás de facha; sé que pensarás que soy un cerdo fascista. Me importa un carajo, chaval. Lo que quiero que sepas es que, por una mera cuestión de edad, probablemente abandones este mundo antes que yo. Si sucede así, el día que te vayas ni me alegraré ni brindaré con champán. Ese día, quieras o no, simplemente rezaré por ti, Santiago: sin duda necesitarás mucha ayuda para que Dios se apiade de tu alma.
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 18 de noviembre de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.