sábado, 24 de noviembre de 2018

Entrevista a Azaña


Se han cumplido este mes 70 años del fallecimiento de Manuel Azaña, a quien en ocasiones se ha definido como "la personificación de la República"; definición harto atinada para quien ocupó el Ministerio de la Guerra, fue Presidente del Consejo de Ministros y finalmente Presidente de la República y que representó como nadie el carácter excluyente, sectario, exaltado y extremista de la desgraciada II República.

No obstante, hay personajes que gozan de especial e inmerecido trato de favor por la historia, y el juicio que ésta ha reservado a Azaña ha sido en general tremendamente benevolente habida cuenta de la trayectoria política del personaje. Así, el político alcalaíno es presentado como epítome de la libertad, la democracia y el liberalismo resaltando algunas frases loables y francamente bien escritas y dejando de lado sus líneas maestras de actuación. Convenientemente se olvidan ciertas conductas antidemocráticas que caracterizaron la ejecutoria política de Azaña: sus intentos de golpes de estado, su propósito de excluir de la vida política a buena parte de la nación, su proyecto de "republicanización del Estado", sus sistemáticos ataques a la mayoritaria población católica... Todo este cúmulo de despropósitos simplemente no es tenido en cuenta por los múltiples panegiristas y hagiógrafos de Azaña, que han logrado que su ídolo disfrute de simpatía y reconocimiento ampliamente extendidos.



Pero en ciertas ocasiones, no hay como escuchar al propio personaje que, más allá de propósitos propagandísticos, explica sus excluyentes ideas de forma que coinciden con las conductas seguidas. En abril de 1936, Azaña concedió una entrevista a Ilya Ehrenburg, corresponsal de Izvestia y hombre de Stalin. Dicha entrevista fue publicada en el extranjero, pero el periódico ABC se hizo eco de la misma en su edición del 30 de abril del mismo año. En el extracto de la misma que les ofrezco a continuación, nos brinda Azaña (Presidente del Gobierno e inminente Presidente de la República) las claves de su pensamiento en vísperas de la Guerra Civil:

- ¿Cuáles son las medidas tomadas por el gobierno español para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas normales con la URSS?

- (...) el Frente Popular incluyó en su programa la iniciación de dichas relaciones diplomáticas. (...) España designará su embajador en Moscú. Ya sé que la derecha protestará, pero su opinión no me interesa.

- ¿Cual es su opinión sobre el papel de la URSS en la defensa de la paz?

- La URSS es una garantía de la paz, porque dispone de una fuerza armada y puede, en virtud de este hecho, defender de una forma efectiva nuestros ideales.

- ¿Cómo se presenta, a juicio de usted, la situación de España?

- Los últimos acontecimientos prueban que las derechas están muy lejos del apaciguamiento. Ciertos elementos de la Guardia Civil han secundado la actitud de los jefes de las derechas. (...) Se ha trasladado o separado a los fascistas que ocupaban los mandos. Las derechas están presas de pánico y no se atreverán a volver a levantar la cabeza. (...) El Frente Popular es sólido, todos los enemigos del régimen están a la derecha. (...) estoy convencido de la victoria final del Frente Popular y del aplastamiento del fascismo(Subrayado mío).


En sólo ¡tres respuestas!, el auto retrato pintado por Azaña echa por tierra las tesis de sus acérrimos defensores. Dice, con su habitual soberbia y arrogancia, no interesarle la opinión de la derecha: un presidente indiferente ante la oposición de la mitad de la población. Sectarismo en estado puro, alejamiento de la realidad y desprecio por el adversario político no parecen las mejores credenciales para pasar a la historia como campeón de la democracia y el liberalismo.

Bajo la presión de sus belicosos aliados, considera el anti comunista Azaña a la URSS ¡una garantía de la paz! y defensora de sus ideales: o estamos ante un presidente ignorante en grado máximo, cuyo desconocimiento de la situación internacional le inhabilitaría para ocupar tan alto cargo, o los ideales del señor Azaña bien poco tendrían que ver con la democracia, al contrario de lo que propagan sus devotos incondicionales. 

También, en contradictoria aseveración, dibuja Azaña (asumiendo acríticamente la propaganda marxista) a una derecha en pie de guerra y al tiempo atenazada por el pánico. Con gran naturalidad habla Azaña de fascistas trasladados o apartados del mando: teniendo en cuenta que en el lenguaje de la época fascista era todo aquel que no apoyase al Frente Popular, juzguese en consecuencia la amplitud de la arbitrariedad e injusticia de las medidas del teóricamente moderado gobierno azañista. No se recata Azaña al señalar que los enemigos del régimen están a la derecha, de lo que se deduce que para Azaña serían "amigos" en su actuación política partidos de reconocidas convicciones democráticas como el PSOE, el PCE o el POUM: conciliar el apoyo de semejantes aliados con un presunto talante liberal y demócrata se me antoja misión poco menos que imposible. Por último, vaticina Azaña el aplastamiento del fascismo: dado lo elástico del concepto "fascismo", está declarándose Azaña beligerante contra la mitad de la población, amenaza ciertamente insólita en boca de un presidente.

Si dejamos de lado bellas palabras escritas o pronunciadas por Azaña (paz, piedad y perdón; votos y razones contra fusiles; etc.) y prestamos atención a otras que concuerdan con sus actuaciones como gobernante, obtenemos el perfil de un Azaña bien alejado del ideal de nobleza, concordia, democracia y tolerancia presentado por ciertos vendedores de humo, entre ellos el ex presidente José María Aznar. A pesar de las innegables cualidades intelectuales de Azaña, lamentablemente ha sido un personaje nefasto para este país: ojalá sólo hubiésemos conocido su faceta de escritor.

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 19 de noviembre de 2010

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