domingo, 25 de noviembre de 2018

Elecciones catalanas: Impresiones del día después


Lo primero que pensé anoche, tras conocer el resultado y la victoria holgada de CiU, es que Cataluña no tiene solución. No la tiene al menos desde el punto de vista de quien considera, como es mi caso, que el nacionalismo es una ideología tan repugnante como lo fue en su día el comunismo soviético o como lo es hoy el islamismo, que es la tiranía que ha tomado el relevo del marxismo después de la caída de la URSS. En pocas palabras, son dos las corrientes ideológicas que en la actualidad acaparan la falta de libertad allá donde se establecen: nacionalismo e islamismo, de ahí que considere al electorado catalán, puesto que vota nacionalismo de CiU, alejado del deseo natural de vivir en libertad. Es decir, la mayoría de los votantes catalanes se encuentran a gusto practicando la servidumbre hacia el nacionalismo opresivo e identitario, disfrazado a veces de moderado como es el caso de CiU, y cada cuatro años se da un verdadero festín en las urnas.   

Ahora bien, dentro de esa abrumadora mayoría de voto nacionalista que se ha dado de nuevo en Cataluña, 114 escaños frente a 21 —el PSC debe incluirse en el primer grupo—, hay algunos resultados que destacan sobremanera y alientan levemente a cierta esperanza para dentro de tres o cuatro legislaturas, si es que antes CiU no se ha dejado llevar por su ala cismática y aún considera que España es aprovechable para sus intereses, única razón que mueve a los convergentes a no declarar la independencia, o sea, ¡la puta pela! 



Veamos cuáles son esos resultados llamativos:

1. La maravillosa hecatombe de ERC, que ha perdido la mitad de sus votantes y ha pasado de 21 a 10 diputados, lo que supone un auténtico varapalo a la formación política más encanallada de cuantas ha conocido Cataluña a lo largo de su historia y sin duda es un resultado que cualquier demócrata debería celebrar.  

2. La debacle del socialismo amontillado, que ha pasado de 37 a 28 diputados como consecuencia de la actuación humillante de un sujeto que durante años se ha sometido a la Esquerra y a los comunistas, lo que ha dado lugar a ese Tripartito del que la ciudadanía ha huido como de la peste, harta de tanto sectarismo, derroche y malversación. Se incluye en la debacle, por supuesto, el voto de castigo a Zapatero, que el muy gafe no dejó de acudir a más de un mitin electoral en Cataluña, con el resultado que ahora puede verse. 

3. La consolidación de Ciutadans, formación que mantiene sus 3 diputados y gana 16 mil votos a pesar de que unos meses atrás casi nadie daba un duro por ellos. Lo cual me alegra bastante, porque si no se aburguesan resultarán de lo más necesarios en el papel de mosca cojonera a la hora de denunciar ciertas actuaciones del nacionalismo desquiciado. Para entendernos: A los de C’s, si siguen en la misma línea, les auguro la entrada en algunos ayuntamientos y una subida notable en 2014. 

4. La irrupción a costa de Esquerra del partido nazi de Laporta, ese sujeto incurso en varios procesos judiciales, con vocación de auténtico delincuente: quiere pactar con quien sea a condición de que se asome al balcón de la ‘Generalitat’ y declare por las buenas la independencia de Cataluña. Y es que algunos no olvidan que fue así, a las bravas, como lo hizo Companys. Cabría preguntarse si Laporta busca también sus 30 años de prisión. 

5. La ligera subida del PPC, que contenta a la Sánchez-Camacho pero que no deja de ser un fracaso si se considera que se trata de un partido con aspiraciones de gobierno a escala nacional. Nacional de España, evidentemente. Los 384 mil votos en Cataluña, que suponen el 12% de la gente que ha votado, es un resultado ciertamente magro y únicamente aceptable desde el punto de vista de una formación que lleva más de una década siendo el partido de los apestados. El todos contra el PP, el Pacto del Tinell, la visita al notario de Artur Mas, no son más que algunos episodios representativos de las muchas canalladas antidemocráticas, violencia incluida, que la derecha no nacionalista ha soportado en los últimos 10 años, como poco. 

5. Los 40 mil votos tirados a la basura, ¡como debe ser!, del partido Reagrupament Independentista, otra escisión de ERC dispuesta a echarse al monte a la primera ocasión, como el nazi Laporta, con el que estuvo negociando y no fue capaz de entenderse.

6. Los 18.628 votos en blanco, que vendrían a ser la 10ª fuerza política catalana y cuyos partidarios juraría no acaban de advertir que: o se cambia la ley electoral para reglamentar el destino del voto en blanco o lo que hacen es entregar un cachito de voto, proporcionalmente, a cada partido. Vamos, que el elector catalán que ha votado en blanco le ha regalado el 38,47% de su voto a CiU.

7. Finalmente, y que conste que lo siento por ellos, esos ridículos 5.293 votos de UPyD, que se comentan por sí solos y suponen toda una lección de humildad, que espero asimilen, para la gente que obedece ciegamente a Rosa Díez y es condición indispensable del que quiera seguir en el partido, me refiero a la obediencia ciega, por supuesto. El personalismo o culto a Rosa, incomprensiblemente, embadurna al completo UPyD. Mientras no lo adviertan y pongan remedio, a mi juicio no se afianzará como un partido fiable. Y ojalá me equivoque. No digamos nada si ZP desaparece y accede al PSOE una persona con cara y ojos que elimine la radicalidad actual de los socialistas, en tal caso los de UPyD regresarían en masa a su casa de origen. 

Autor: Policronio
Publicado el 29 de noviembre de 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.