El venezolano Iñaki Anasagasti, es senador nacionalista vasco. Que ya se sabe que los vascos nacen donde quieren. |
El senador y ex congresista del PNV, Iñaki Anasagasti, radical sabiniano por más señas, vuelve a la carga con ímpetu renovado. El tema elegido en esta ocasión para dejar patente constancia de su odio patológico a España (su nación mal que le pese) es la concesión del premio Príncipe de Asturias de los deportes a la Selección española de fútbol, flamante campeona del mundo para desgracia del devoto seguidor del racista Arana.
Entiende el nacionalista Anasagasti que el citado premio tendría que haber sido otorgado a la destacada alpinista Edurne Pasabán, idea en principio nada descabellada, y nos hace partícipes de las razones por las cuales, a su entender, la meritoria deportista vasca no ha obtenido el prestigioso galardón. Aquí empieza lo peregrino del asunto.
Considera el contumaz senador que es “deleznable” premiar a la selección española de fútbol tras haber ganado “en la prórroga”. Acusa a la Fundación Príncipe de Asturias de premiar a figuras “de relumbrón” que ganan “miles de millones”, son “grandes consagrados” y llevan “el nombre de España en el dorsal” (ahí te duele, Iñaki). La endeblez de la argumentación de Anasagasti hasta este punto salta a la vista, ya que el ganar en la prórroga, el relumbrón de los deportistas, los miles de millones que ganen o lucir con orgullo el nombre del propio país en la camiseta no hacen menos digna de elogio su gesta deportiva y lo expuesto no deja de ser ejemplo de uno de los típicos desafíos verbales a los que tan proclive es Anasagasti. Es por tanto menester que el senador aporte argumentos de mayor contundencia que expliquen la injusticia de la decisión tomada y, voto a bríos, no defrauda. Así, desvela Anasagasti que la verdadera razón de que Edurne no haya sido premiada es que “tiene tres defectos: es vasca, habla euskera y es mujer”. La responsabilidad de tal discriminación recae sobre “un jurado lleno de mayordomos de la hispanidad, de la monarquía impuesta por el dictador y de gentes que creen que el fútbol es lo máximo de lo máximo”. No ahorra tampoco un comentario referente a “un señorito Borbón y su plastificada esposa”.
La sarta de chorradas y despropósitos del senador descendiente de Túbal es evidente y no merece excesivo comentario, pero es de admirar la capacidad de síntesis que requiere el condensar en tan pocas palabras tan extenso recorrido por buena parte de los tópicos del auténtico y genuino nacionalista radical: la enfermiza inquina a todo aquello que huela a español, la invención de un imaginario odio y discriminación a los vascos y su idioma explicado en tono lastimoso esperando generar una corriente de simpatía, la introducción demagógica y fuera de lugar de una supuesta discriminación de índole sexual de las que tanto gustan en estos tiempos y la inevitable y caduca referencia a Franco, sin el que los nacionalistas no podrían vivir y al que tanto rédito le siguen sacando treinta y cinco años después de muerto. Realmente nauseabundo.
Finaliza su exposición el incansable Anasagasti aconsejando a Edurne que solicite a los premiados que “concedan el dinero del premio a alguna fundación asturiana que se dedique a la Memoria Histórica”. He de reconocer que en este consejo coincido plenamente con el veterano senador. Sería altamente deseable que una “fundación que se dedique a la Memoria Histórica” utilizase esos fondos y otros para difundir, entre otras verdades, la auténtica historia del maestro Sabino, la actuación del PNV durante la Guerra Civil o las relaciones del partido de Anasagasti con ETA. Repito: altamente deseable. ¿No cree usted, senador Anasagasti?
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 11 de septiembre de 2010
Hay que reconocer una cosa, un jurado que le da el premio a Sito Pons y se lo niega a Ángel Nieto no merece mucho respeto en cuanto a sus decisiones.
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