viernes, 23 de noviembre de 2018

El presidente que maldijo la separación de poderes

Educación para la Ciudadanía: Asignatura socialista destinada a la proliferación de pollinos bien asilvestrados a la causa izquierdista.

Desconozco si en el futuro a los niños se les narrarán cuentos y fábulas, pero me resisto a creer que no vaya a ser así. Tal vez, dentro de muchos años, algún padre arrope a su pequeño y le relate el cuento del malvado presidente que maldijo la separación de poderes. De modo que abandono el teclado y les dejo en la penumbra de una acogedora habitación infantil, en la grata compañía de un crío que escucha la edificante historia que su papá le cuenta:

“Hace muchos años, en un país llamado España, que había sido durante siglos referencia mundial por su grandeza, hubo unas elecciones que ganó un señor llamado Zapatero que se convirtió en presidente de España. Zapatero era malo, muy malo, pero no quería que los demás lo supiesen. Para engañar a todo el mundo, se reía mucho, hablaba de talante y se dejaba apodar Bambi, como el cervatillo del cuento de ayer. Pero la malevolencia  de Zapatero no tardó en salir a la luz. Al poco tiempo de ser elegido presidente empezó a llevar a cabo sus diabólicos planes: se mostraba comprensivo y cómplice con algunos personajes tan perversos como él, que querían romper España en mil pedazos; atacaba sin  ningún miramiento a la religión católica, base y raíz de la cultura española; apoyaba medidas para discriminar a los hombres; se inventó una camarilla llamada Alianza de Civilizaciones, para hacerse muy amigo de presidentes de otros países que no respetaban a sus propios ciudadanos; permitía que las mamás que no querían tener a sus bebés abortasen; mucha gente se quedaba sin trabajo por lo mal que Zapatero hacía las cosas y lo negaba diciendo que la actitud de quien le criticase era antipatriótica, inaceptable y demagógica... Ante este desastre, buena parte de los ciudadanos de España estaban cada vez más enfadados, pero el pérfido presidente no les hacía caso”.



“No contento con todo esto, Zapatero decidió que los niños como tú tenían que estudiar una asignatura llamada Educación para la Ciudadanía, con la que pretendía adoctrinar a los niños y arrebatarles a los papás la tarea de formar moralmente a sus hijos según sus convicciones. Para Zapatero, esta materia era más importante que las matemáticas o el lenguaje, ya que el presidente no quería que los niños pensasen por si mismos para que así, cuando fuesen mayores, le votasen a él y a su partido para seguir mandando hasta el fin de los tiempos”. 

Para conseguir lo que se proponía, Zapatero encargó a la editorial McGraw Hill que hiciese unos libros muy sectarios y partidistas que contasen lo que al presidente le interesaba. Pero algunas familias no estuvieron conformes con estos manuales y una de estas familias, los Flores Cano, denunciaron lo sucedido a los jueces del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Los jueces estudiaron el caso y les dieron la razón: autorizaron al hijo de la familia “a no acudir a clases de EpC ni ser evaluado mientras la asignatura fuese impartida con ese manual”. Además, dieron una explicación de los fundamentos de la decisión, diciendo que el manual “es claramente adoctrinador, con una visión parcial del ser humano, inexacto en sus apreciaciones, atribuyendo méritos cuestionables a determinadas etapas de la historia e ideologías, centrándose exclusivamente en la cosmovisión de la izquierda”. Matiza la sentencia que el manual denigra la concepción sexual tradicional “hasta el ridículo” y que el “necesario respeto a los homosexuales no incluye el compartir moralmente que la mayor parte de las personas sean pluritendentes sexualmente”. 

También se valora negativamente que en el manual se recoja que “el sexo y la sexualidad son neutras”, aceptando “una posición filosófica, cultural y sociológica vinculada al feminismo radical”. Se destaca asimismo que el cristianismo, tal como opina Zapatero, es presentado en el manual “siempre en un sentido represivo y sectario como obstáculo de progreso” y que la familia “aparece marginada dentro del proceso educativo”. Termina la exposición señalando que el texto vulnera el derecho del menor a recibir una educación “que sea contraria a su formación moral y religiosa”.

“Lógicamente, querido niño, al presidente Zapatero no le gustó la sentencia del TSJA, y cuenta la leyenda que en la Moncloa se le oyó gritar “Maldita sea la separación de poderes”, se puso rojo de rabia y empezó a maquinar nuevos planes para dar rienda suelta a su maldad. Te los contaré otro día, chiquitín, aunque debo anticiparte que, por desgracia, los cuentos no siempre tienen un final feliz.”

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 25 de octubre de 2010

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