Decía el editor Lara, el padre, rico riquísimo, que un negocio que no da para levantarte a las once de la mañana no es negocio. Desde luego, la mejor descripción de lo que es un rico de verdad que he oído en mi vida. Si he de ser sincero, no me acuerdo de la última vez que me levanté a esa hora. Y seguro que sería por la gripe o por cualquier otra circunstancia dolorosa.
Y el caso es que no me veo en mi nueva situación. Todos mis amigos que son socialistas son honrados, no hay manera de que me sonría cualquier cajera del banco y Leyre Pajín no me coge el teléfono. O sea, que no.
De modo que, visto lo visto, me da que no me voy a dejar atracar. Y como los delincuentes del tiempo antiguo se acogían a sagrado, cuando huían de la justicia, creo que a partir de ahora me voy a acoger a la curva de Laffter.
No pago más gepeeses del clítoris, porque no me sale de ahí.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 12 de junio de 2010
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