Jesús Eguiguren, un político del socialismo vasco con un historial deplorable en sus relaciones con los etarras. |
Decía Juan Luis Vives que “ni la utilidad del mentir es sólida, ni el mal de la verdad perjudica mucho tiempo”. Así suelen comportarse algunos desahogados de la política, convirtiendo la mentira en utilidad, eso sí, envuelta en hipocresía, y considerando no un mal a la verdad, sino una auténtica maldición. Viene lo anterior a propósito de la declaración que José Blanco efectuó ayer en Veo7, donde afirmó que “sería aconsejable que Eguiguren estuviera más silencioso”. No dijo que se mantuviera quieto (se entiende que respecto al negocio del terror), ni siquiera callado, sino más silencioso. Es decir, que largue lo justo para seguir vivo y no descubra demasiado el pastel que se llevan entre los sectarios y los criminales, o viceversa. Me explico:
Lo que ocurre es que Blanco no tiene demasiado en cuenta que el ‘animalico’ que preside el PSE debe cubrirse las espaldas o, por mejor decir, la nuca. Y necesita aportar ciertos méritos que le den vidilla. ¿Por qué?, se preguntará más de uno. Muy sencillo: Si se valora que el último asesinado por la ETA fue un militante socialista vasco, de los de a pie, al ser Eguiguren un alto cargo necesita cortar casi a diario el cupón de su cartilla de racionamiento, de ahí las declaraciones continuadas filoetarras que en forma de cupón o raciones de supervivencia viene realizando. Y cómo no ocurre lo mismo con otros socialistas vascos, pues nada más simple: Cuando la depravación ha sumergido medio cuerpo en el lodo y desde hace tanto tiempo, caso Eguiguren, se debe seguir manoteando para que te permitan seguir vivo.
Autor: Policronio
Publicado el 4 de noviembre de 2010
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