viernes, 23 de noviembre de 2018

Aquí todo vale: Wyoming sienta cátedra


Ya desde bien pequeñito me lo viene diciendo mi santa madre: “Rafa, lo tuyo no tiene arreglo”, y bien sabe Dios que razón no le falta. Efectivamente, lo mío no tiene arreglo. Sabiendo que cada vez tengo menos paciencia para soportar la maldad, la indignidad y la estulticia, ¿quién narices me mandará a mí leer las columnas de Wyoming en el diario Público?

En el artículo de este sábado, el fiel lacayo del PSOE establece un absurdo y desatinado paralelismo entre el PP y el nacionalsocialismo hitleriano. Partiendo de la base de que el PP no es precisamente la niña de mis ojos, la extemporánea salida de tono del antiguo humorista (que, dicho sea de paso, nunca ha sido especialmente ocurrente) y actual analista político es buena prueba de que a la hora de desenvainar el sable para defender al acorralado Zapatero no existen ni mesura ni decoro para tan caracterizado representante de la intelectualidad progre. Y como desde antiguo es sabido que la mejor defensa es un buen ataque, a eso se dedica Wyoming al grito de todo vale: leña al PP, que es de goma.


El panfleto del socarrón presentador televisivo comienza definiendo al nazismo como una ideología que propugnaba la supremacía de la raza aria y el exterminio del disidente; a partir de esta introducción, con osadía y desfachatez sin parangón, se lanza Wyoming cuesta abajo y sin frenos. Entiende o quiere entender el personaje que el nacionalsocialismo, encarnado en el actual PP, “ahora pasa delante de nuestras narices”. Explica, sin argumentar lo más mínimo, tan gravísima acusación escribiendo que “Sólo hay que trivializar actitudes inadmisibles, deshumanizar las consignas, convertir en virtuosos actos xenófobos, racistas, intransigentes, reivindicar la insolidaridad y hacer de la crueldad un acto de justicia, un derecho irrenunciable”.

En plena caída libre, sigue Wyoming a lo suyo de forma alucinada: “Basta con que parte de la élite política, como hacen miembros del PP, legitime esa postura para que la pedagogía de la demagogia nacional, que conduce a la barbarie, se instale entre nosotros y se quede para siempre”. Especial aldabonazo reserva quien también fuera sobresaliente músico para el PP de Cataluña, al que en pleno delirio acusa de querer dejar constancia de “quiénes son, de dónde vienen y a dónde se dirigen, para evitar en sus fieles electores la tentación de dispersar su voto hacia esas alternativas neonazis que se están creando a imagen y semejanza de Europa, donde la derecha no es Una, Grande y Libre, como aquí. El siguiente paso es el populismo fascista”. 

Realmente el sectarismo, la necedad y la desvergüenza del personaje son inauditos. La equiparación entre el PP, y por extensión sus votantes, y el nazismo, con especial referencia al “exterminio del disidente”, reviste tal gravedad que probablemente la acusación mereciese acabar en el juzgado de guardia. Ya que el siervo de Zapatero se atreve a formular tan terrible imputación contra los populares, sería de esperar que ofreciese toda suerte de argumentos y pruebas absolutamente irrefutables que diesen crédito a su denuncia. No obstante, en su fanática intransigencia, se contenta un engreído  Wyoming con brindar una mezcla de palabrería hueca y pedante ni siquiera medianamente bien escrita, descalificaciones sin el menor fundamento objetivo, juicios de valor absolutamente gratuitos y atribuciones de conductas y actuaciones que sólo existen en la calenturienta y febril imaginación del sujeto en cuestión. Es tal la carga de malevolencia y rencor que destilan las falsedades de Wyoming que a su lado María Antonia Iglesias y Enrique Sopena parecen más inocentes que Pin y Pon, que ya es parecer.

Comentando lo escrito por Wyoming con un querido amigo, persona excepcionalmente culta, analítica y ponderada, su dictamen ha sido demoledor: “este tío quiere una guerra civil”. Obviamente no deja de ser una opinión, pero ojalá nunca tengamos que lamentarnos por todo el odio sembrado por sujetos tan perniciosos y nefastos como Wyoming.

Autor: Rafael Guerra
Publicado el 18 de octubre de 2010

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