¿Y tú, niño, qué quieres ser de mayor? Mi hermano pequeño contestaba impasible y repetitivo cada vez que la atrevida agente del INE de turno, segura que una futura suegra examinando el mercado, se atrevía con la pregunta de marras: “Cobrador de la luz”. Oficio que él creía bien remunerado, a juzgar por el ruido que hacían los dineros en la cartera de cuero del feliz empleado de la FEBA.
Años más tarde, otra frustrada suegra, animaba a su hija, una de mis amigas más significadas, o sea, medio novia, a estudiar filosofía y letras, que parecía una cosa descansada, y casarse con un arquitecto. Por ese orden. Lo que constituía una manera como otra cualquiera de decirle a su hija que eligiera bien a sus amigos. En lo que a mí respecta, bien que fue atendido el requerimiento materno.
Un poco más adelante pude constatar que, atendiendo al principio del máximo beneficio con el mínimo esfuerzo, el sueño de cualquier currante, que se preciara, era trabajar como un cura, media hora y con vino, ganar lo que un alemán de antes de la reunificación y tener las vacaciones de un maestro. Era la etapa mítica de la apreciación de la realidad y sus circunstancias.
Como bien pueden imaginarse, viendo lo que adelanta la ciencia, la técnica y el conocimiento en general, a pesar de la LOGSE, en lo que toca a la búsqueda y encuentro del máximo beneficio con el mínimo esfuerzo, la cosa ha cristalizado en la figura estrella del mercado laboral, santo y seña de cualquier asociación de vagos que se precie: el liberado sindical.
Ya les digo: hoy, 1 de mayo, día glorioso de la clase motor de la Historia, la trabajadora, por supuesto, están todos en la costa, disfrutando en plan Nureyev playero, que no es otra cosa que haciendo barra en los últimos chiringuitos de Filipinas. Animando el mercado del ocio, apuntan, que junto con el ánimo conciliatorio de la vida laboral y familiar, es lo más sofisticado en cuanto a excusa del escaqueo se conoce.
O sea, que no se les ocurra buscarlos en las manifestaciones convocadas para hoy, por los sindicatos verticales y el gobierno prosoviético que nos asola, donde, si no me equivoco, con el concurso y aliento de Z, reputado descamisado compasivo, cuatro despistados van a echar a la hoguera a los banqueros, por sionistas y amigos de Bush. No caerá esa breva.
De modo que progenitores y progenitoras A y progenitoras y progenitores B, C y D, futuros estafados por la Gran Pirámide SS, ya habrán adivinado por dónde tienen que conducir las preferencias ocupacionales y curriculares de su prole, si quieren comer arroz el día de mañana, que se adivina oscuro: “Niños, colocaos de liberaos, qué más cornás da el hambre”.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 1 de mayo de 2009
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