María Teresa Fernández de la Vega |
Ante una crisis tan intensa y virulenta como la que vivimos, una de las primeras medidas que toma cualquier familia o ciudadano medianamente responsable es apretarse el cinturón y reducir el gasto. Pero parece ser que Zapatero, en cambio, no cree conveniente que la Administración pública, gestora y recaudadora de nuestros impuestos, predique con el ejemplo. Así, no sólo no ha aprovechado su remodelación del Gobierno para disminuir el número de Ministerios, sino que incluso ha aumentado el aparato del Estado con la creación de una nueva vicepresidencia (la tercera, nada menos).
Al menos tenemos el consuelo de que determinados Gobiernos de Comunidades Autónomas sí han apostado por la austeridad mínimamente exigible en estos tiempos. Así, por ejemplo, tanto el de Murcia como el de Madrid redujeron hace unos meses sus Ejecutivos en tres consejerías. De la misma forma ha procedido el nuevo presidente de la Xunta de Galicia, Núñez Feijóo. E incluso Esperanza Aguirre ha decidido suprimir otra consejería más.
La señora De la Vega, ayuna de argumentos que justifiquen la supina incompetencia del Gobierno que vicepreside, reprochaba al PP en el Parlamento que sus soluciones pasan por 'la doctrina Aznar y la receta liberal'. Cabe agradecerle no obstante que, al no hacer uso del tan manido prefijo 'neo', haya identificado al antagonista, al liberalismo, por su verdadero nombre. A su vez, les conminaba a tomar ese tipo de medidas en las Comunidades Autónomas que gobiernan. Pues bien, en algunos sitios se han puesto manos a la obra: No sólo disminuyendo el gasto público, sino también bajando impuestos. En su momento, el Ejecutivo de Valcárcel rebajó en Murcia el IRPF en su tramo autonómico. Y, por su parte, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha anunciado la eliminación del recargo autonómico sobre el IAE y reducciones en el Impuesto de Matriculación y en el IRPF por compra de vivienda habitual.
En efecto, señora De la Vega. Son recetas liberales, que se aplican bajo la premisa de que donde mejor se encuentra el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos. Y ahí debe originarse la reactivación económica, tal y como quedó demostrado a partir de 1996. Aunque no nos engañemos: La adopción de tales políticas en ámbitos regionales sólo puede ayudar a paliar el desastre, ya que corresponde al Gobierno de la nación bajar los grandes impuestos de titularidad y gestión estatal (como el IRPF y el Impuesto de Sociedades) y emprender las necesarias reformas estructurales. Pero, por desgracia, estamos ante un Ejecutivo, el más sectario de la historia de la democracia, que prefiere mantenerse incólume en su inquebrantable adhesión al ruinoso ideario socialista. Nos llevan a la catástrofe, pero quizá estén haciendo méritos para que algún día el PSOE les levante un monumento.
Autor: Pedro Moya
Publicado el 30 de abril de 2009
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