A pesar de la que está cayendo, los sindicatos no dicen ni pío, es decir, no hablan para nada en contra del Gobierno.
La malas lenguas aseguran que ese mismo gobierno les está dando de continuo una pasta gansa y como consecuencia tiene gordos y lustrosos a los sindicalistas.
De todo ello sólo puede deducirse lo siguiente: La gente de los sindicatos posee una educación exquisita. ¿Por qué?, se preguntará algún lector. Muy simple: Todo el mundo sabe que no debe hablarse con la boca llena.
PD: Creo que me tomaré muy en serio al partido político que incluya en su programa la desaparición de las subvenciones a los sindicatos y la obligación de que éstos vivan de las cuotas de sus afiliados, que además no deberían ser desgravables de la renta.
Autor: Policronio
Publicado el 1 de mayo de 2009
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