domingo, 28 de octubre de 2018

UPyD como partido bisagra, ¿la solución de España?

Rosa Díez.

Decía Aristóteles, el más grande pensador de todos los tiempos, que “la duda es el principio de la sabiduría”. Y eso es así, en mi modesta opinión, a condición de que la duda no se convierta en actitud permanente y un objetivo en sí misma. Es decir, que la duda no se use como táctica política para aguardar impasible a que el cadáver del enemigo pase junto a nuestra puerta. Tal sería el caso, respecto a Zapatero, de Mariano Rajoy y su aversión patológica a pronunciarse sobre los grandes males que los socialistas han inoculado en la Nación española. Y es que el jefe de los peperos, aparte de proclamar que tiene ‘un plan’ (relacionado exclusivamente con lo económico), ni es capaz de anunciar reformas constitucionales que nos devuelvan a la normalidad de cualquier país serio, ni exige que en las comunidades donde gobiernan los suyos sea posible que escojamos en libertad, como sería el caso de la cuestión lingüística.


Ignoro qué hará Rajoy sobre el aborto, una de las cuestiones que más me interesan y sobre la que no he oído que se pronuncie con claridad, puesto que a lo sumo anuncia que no descarta acudir al TC, repito, dice que ‘no descarta’ cuando debería decir acudiremos con toda seguridad. En realidad, si debo opinar sobre el probable comportamiento de los populares cuando gobiernen, me inclino a creer que se limitarán a dejarlo todo como se lo encuentren, igual que hizo el gobierno de Aznar durante sus años en el poder, que miró para otro lado y permitió que se incrementara notablemente el número de abortos.

Otro gran problema que no es capaz de abordar Mariano Rajoy es la cuestión autonómica, verdadero cáncer de nuestra sociedad, sobre la que tampoco se pronuncia con transparencia dado su interés en formar gobierno con algunos nacionalistas, lo que no deja de ser una actitud pusilánime, y acomplejada, a partir de la idea de que no podrá gobernar sin ellos. Y claro, el poder es lo que cuenta básicamente en la gente que carece de principios, no importa el peaje que deba pagarse a los que jamás renunciarán a sus fines cismáticos y extorsionadores. 

En ciertas cuestiones de gran calado, como pueda ser la unidad de España y la igualdad de los españoles ante las leyes, que son dos de los temas principales para que uno se decante a favor de un determinado partido político, hay quien sí lo tiene claro y lo anuncia con rotundidad. Me refiero a Unión, Progreso y Democracia (UPyD), la formación de Rosa Díez, que con sus fallos de partido de nuevo cuño, entre los cuales podría destacarse el personalismo de Rosa, lo que al mismo tiempo es una cualidad si se quiere evitar la jaula de grillos que supone toda formación de aluvión (estoy pensando en Ciudadanos), no deja de ser una esperanza para el comienzo de esa regeneración tan necesaria con la que romper el bipartidismo enquistado por las garrapatas nacionalistas. 

Aseguraría que si UPyD fuese capaz de sacar una quincena de diputados (o incluso algo menos), sería posible marginar a los nacionalistas y comunistas como partidos decisorios para la formación de gobierno. Y algo así supondría una bendición para nuestra patria, porque Rosa Díez, al decir de algunos buenos analistas, además de un brillante plan económico para afrontar la crisis actual, posee el sentido de Estado del que carecen el PSOE de Zapatero y el PP de Rajoy. Y claro, si se considera que UPyD jamás formaría gobierno con el infame Zapatero (enemigo mortal de Rosa), lo que de entrada supone alejar del poder al más dañino de los políticos, las opciones que nos quedan son una coalición UPyD con otro socialismo menos radical, que no sería un mal comienzo, o bien una coalición entre UPyD y un PP que debería espabilarse en los grandes temas de Estado, donde la formación de Rosa Díez influiría decisivamente. No obstante, será cuestión de seguir con lupa el comportamiento de los populares hasta el 2012 y muy especialmente el de UPyD, partido en el que al parecer abundan las “personas dudosas o fuera de la realidad”.

Faltan dos años para las elecciones, que no creo se adelanten, e intuyo que transcurrirán cargados de dudas aristotélicas. 

Autor: Policronio
Publicado el 15 de febrero de 2010

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