Nada me gustaría más que tener una Ministra de Defensa de la que poder presumir delante de mis amigos foráneos. Una Ministra de Igualdad que vaya más allá de tener una cara bonita y un padrino rumbón y una jefa del partido del gobierno, que entienda de algo más que de la justa y adecuada proporción de un combinado de ron.
Pero por desgracia, nuestra Ministra de Defensa se ha hecho un lugar en el firmamento del club de la comedia, gracias a sus sonoras meteduras de pata. La de Igualdad no va más allá de hacerse pajas mentales a cuenta de su supina ignorancia sobre el ser humano y la otra, me duele decirlo, el único mérito que podría lucir es el de haber cabreado al bueno de Pepiño Blanco. Que ya tiene mérito.
Y lo que digo, se ponga como se ponga la gente progresí, tiene más que ver con la valoración del seso de las mentadas que con el sexo que las adorna. Que no es lo mismo.
Sin embargo, por decir ello, la giliprogresía más reputada, bien podría calificarme de machista, como si no hubiera cosas peores. Porque, aunque no lo crean, hay cosas peores que ser machista: ser un perfecto estúpido.
No obstante lo dicho, no me cabe ninguna duda, de que cuando el bobo solemne sea desalojado del poder, bien podrían buscarse la vida las mentadas Chacón, Aído y Pajín, como trío de patas para una mesa de bar de copas, que nunca adolecerá de cojera. Cuestión de evidencia empírica.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 25 de junio de 2009
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