“¿A qué espera Zapatero para decir ¡basta! a la posibilidad de que un embustero compulsivo se instale en La Moncloa? ¿A qué espera la izquierda, con Zapatero a la cabeza, para gritar ¡basta! ante la posibilidad de que un embustero compulsivo se instale en la Moncloa?”.
Pura incitación al golpe, en sus más variadas formas. La última, con que nos obsequió la izquierda, no vino sino precedida de informaciones falsas, propaladas por un potente aparato mediático, ahora en dificultades, a propósito de la supuesta aparición de unos terroristas suicidas. Asaltos a la sede del partido oponente, a la sazón en el gobierno, agresiones a militantes, violación flagrante de la Ley Electoral, etc..
Por mucha rimbombancia que le eche al asunto el canoso golpista, a propósito de la intervención del señor Rajoy en TV1, lo reseñado rezuma un deseo irrefrenable de volver a las andadas. Así es nuestra querida izmierda: golpista. Y entre golpe y golpe, faltona.
Lo hicieron en el 31, en el 34, en febrero del 36, en el 93, con el pacto de los editores, lo intentaron en el 96, con el concurso inestimable del traidor Gallardón, lo hicieron el 13-M de 2004.
No sé quién dijo que el golpismo era droga dura, altamente adictiva. No se equivocaba. La izmierda anda algo afectada de “mono”.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 31 de marzo de 2009
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