viernes, 12 de octubre de 2018

Sobre la memez progresista y las carencias infantiles

Escuela de antaño.

Como no podía ser de otra forma “enestepaís”, el pirómano pretende ser el más preparado para apagar los fuegos. Y así, un insigne de la progresía patria, la que sistemáticamente viene socavando desde finales de los sesenta nuestro sistema de valores, aprovechando su abrumador dominio en el sistema educativo y medios de comunicación de masas, pretende ser el primero en diagnosticar la enfermedad: “tenemos una dislocación de valores”.


Con un par. Es como si un asesino dijera a la vista de su víctima: tiene el cuello roto por degüello. Si lo sabrá él. Y ello a propósito de los últimos casos de violaciones de menores a manos de otros menores, que parece ser ha espabilado a la pijiprogresía. Pero no para lo que pudiera parecer: endurecer la Ley del Menor, sino para defenderla con uñas y dientes de los ataques de la caverna, deseosa de látigo, palo y tentetieso.

Hace un par de tardes tuve oportunidad de conversar con un antiguo cliente, recientemente jubilado. Ha sido toda su vida Profesor de Instituto, o sea que por sus manos han pasado, como poco, tres generaciones en edad adolescente. Y me contaba que su última etapa ha sido literalmente un infierno, nada comparado con la época en que lo primero que hacía por las mañanas era repartir leche en polvo, “cosa de las carencias infantiles de antaño”.

Tras un rato de conversación, no tuve por menos que preguntarle por las carencias de los adolescentes actuales, a lo que me contestó sin dudar: “Dicho gráficamente, se observa una flagrante carencia de un par de hostias bien dadas y a tiempo”. Pues eso.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 25 de julio de 2009

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