El Gobierno de Zapatero no se priva estos días de pedir el apoyo y la comprensión de toda la sociedad española en su gestión del secuestro del pesquero 'Alakrana', por muy deficiente que nos pueda parecer. De esta forma, ante las críticas, no muy aceradas por cierto, del PP, una indignadísima Fernández De la Vega llegaría a acusar al principal partido de la oposición de actuar con 'deslealtad institucional'. Y es que, puntualizaba la vicepresidenta, resulta 'lamentable' e 'intolerable' que se pretenda desgastar al Gobierno sacando provecho político del dolor de unas familias.
13 de noviembre de 2002. Naufragio por accidente del petrolero 'Prestige' frente a la Costa de la Muerte, en Galicia. La entonces oposición del PSOE, lejos de prestar 'apoyo y comprensión' al Gobierno, responsabilizaría a éste de la catástrofe medioambiental provocada y participaría en las tan frecuentes como agresivas manifestaciones convocadas por 'Nunca máis', plataforma de la izquierda nacionalista gallega que, por cierto, debe encontrarse ahora desaparecida en combate. Por su parte, el diputado regional socialista Antonio Carmona abogaría por 'hundir otro Prestige' para ganarle al PP.
16 de mayo de 2003. Cadena de atentados islamistas en Casablanca (Marruecos), entre ellos un ataque a la Casa de España, que se saldó con la muerte de tres ciudadanos españoles. Apenas dos días después, el entonces líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, haría en un mitin en Valladolid un uso político de los crímenes terroristas y sus víctimas al relacionarlos con el apoyo del Gobierno de Aznar a Bush. Una actitud, amén de mezquina, flagrantemente desleal.
30 de noviembre de 2003. Siete agentes españoles del CNI son asesinados en una emboscada en Irak. Ese mismo día, Zapatero volvería a las andadas y aprovecharía el dolor ajeno para buscar el desgaste del Gobierno. Ni corto ni perezoso, y con los cadáveres aún calientes, lanzaba la siguiente frase: 'Ojalá puedan venir nuestras tropas cuanto antes'.
13 de marzo de 2004. En plena jornada de reflexión previa a unas elecciones generales, las sedes del PP se ven cercadas por vehementes concentraciones, alentadas por la izquierda, cargos del PSOE incluidos, y sus poderosas terminales mediáticas. En ellas, y por primera vez en nuestra democracia, se culpabiliza directamente a un Gobierno de unos atentados terroristas que produjeron además una gran conmoción en la sociedad española. La 'guinda' la pondría el portavoz socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien, en un acto de 'intolerable' 'deslealtad institucional', violaría la legislación vigente y haría propaganda política al declarar en público que 'los ciudadanos españoles se merecen un Gobierno que no les mienta'.
Este PSOE que ahora exige responsabilidad y contención a la oposición a propósito del asunto 'Alakrana', es el mismo que no tenía empacho alguno en intentar sacar rédito político de las peores desgracias. Especialmente, de los muertos de Irak y del 11-M, cuyos cadáveres arrojaba a la cara del Ejecutivo de Aznar. Aquella actitud carroñera era entonces hacer labor de oposición; poner mínimamente en cuestión la forma con la que el Gobierno socialista afronta el secuestro del 'Alakrana' es, en cambio, miserable y felón. Desde luego, resulta ocioso descubrir a estas alturas la caradura con la que algunos se conducen en la vida pública.
Ojalá, y pese a que es difícil hacerlo peor, se consiga que los tripulantes del pesquero regresen sanos y salvos a España, que es ahora mismo lo más importante. Pero este Gobierno carece de autoridad moral alguna para precisamente demandar lealtad a nadie.
Autor: Pedro Moya
Publicado el 13 de noviembre de 2009
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