Me encuentro dentro de ese grupo de votantes del PP que no aprueban a Rajoy. Aseguraría que lo rechazamos como consecuencia de su inanidad acentuada y de su complejo de radiólogo, sobre todo cuando el especialista, al hacerte una placa, te dice aquello de “no respire”. En efecto, no respire, no se mueva, no traspase… vendrían a ser las frases definitorias de la actitud de un individuo que ha resuelto llegar a la Moncloa por la vía del pudridero. Es decir, cuando a los españoles, como consecuencia del hartazgo que ZP inocula en cualquier ámbito no subvencionado, se nos haya podrido la sangre de tal modo que en las elecciones de 2012, no antes, decidamos hacerle la silleta de la reina al señor Rajoy y llevarlo en procesión, como espantoso mal menor, a un despacho que decorará con papel pintado de margaritas, más unos cuantos búcaros de plantas naturales de la misma especie destinadas al si o no respecto a cualquier decisión importante que deba adoptar.
Dicho lo cual, no soy nada partidario de que Mariano Rajoy le presente una moción de censura al ‘Eterno Adolescente’. Por dos razones: 1. Porque no la ganaría visto el perfil canallesco de los grupos menores del Parlamento, entusiasmados ante el ‘cuanto peor, mejor’ respecto a todo lo que le afecte a España como nación y 2. Porque Zapatero no tendría ningún reparo en comprar al precio que hiciera falta el apoyo necesario. Y puestos a elegir, a sabiendas naturalmente de que todo seguirá igual hasta el 2012, prefiero que el Estado se ahorre los cientos de millones que costaría el chantaje para que ZP no saliera derrotado, si es que dada la extrema debilidad de Zapatero y la excesiva codicia de los nacionalistas no obligasen a hablar en esta ocasión de miles de millones.
De modo que ante la expectativa de ver unos cuantos pájaros volando en la moción de censura, cada uno de ellos con un buen ‘puñao’ de millones en el pico y camino de su respectiva autonomía, lo mejor es no presentar esa moción para que al menos resulte gratis. Tampoco me vale que el PP le pida a Zapatero que presente una moción de confianza, puesto que de hacerlo nos saldría igualmente por un ojo de la cara, que es la unidad monetaria (‘ojo de la cara’) circulante entre las garrapatas nacionalistas. Eso sí, un día detrás de otro y cada uno de ellos, el Partido Popular debe exigirle a Zapatero que dimita a la tercera señal. Y debe hacerlo con todo tipo de argumentos, puesto que hay para escoger y desechar a manos llenas. Otra cosa es que Rajoy posea algún coraje, ya que se trata de un atributo que adjudicárselo al jefe de los populares vendría a ser igual que si habláramos del incorruptible Mister X o del austero ZP.
Autor: Policronio
Publicado el 5 de febrero de 2010
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