La imagen representa a un catalán anónimo. |
Como catalán de raigambre y sufrido miembro forzado de esta tribu falsaria y caciquil debo disentir profundamente con Policronio en diversos puntos básicos. Primero: es falso que este problema sea culpa solamente de Zapatero. Es más, la durísima normativa lingüística todavía vigente fue aprobada durante el mandato del presidente Aznar. Pero vayamos a los orígenes: esto empieza con una Constitución redactada en una coyuntura histórica post-franquista y con el ánimo de complacer a las insaciables jaurías nacionalistas mediante infinitos traspasos de competencias a cada cual más delirante.
Ya a inicios de los ochenta el Sr. Pujol estaba desplegando los mozos de escuadra (sus capataces particulares), levantando el emporio mediático que constituye la Corporació Catalana de Radiotelevisió, imponiendo el catalán en las escuelas, adoctrinado a todo el mundo, subvencionando diarios, òmniums, televisiones, artistas y cualquier basura que lleve el epíteto de catalán, etc... Mientras los separatistas se dedicaban a extirpar de sus cortijos cualquier resquicio de España con un celo implacable, en el resto del país se hacía la vista gorda en aras de la convivencia democrática y se les permitía tomar parte —no sólo activa, sino decisiva— en la política nacional.
Señores: ¡de esos polvos, estos lodos! Hace TREINTA años que esto se gestó, ¿y ahora queremos engañar a nuestras conciencias haciendo como si no lo hubiéramos sabido desde hace tanto tiempo? Antes me sentía indignado, pero ahora me resulta imposible sentir compasión por un país agónico y decadente que clama por su suicidio. La destrucción de España es un hecho consumado desde hace mucho, pero así ha sido. No hay marcha atrás sin procesos traumáticos, arriesgados e inciertos. La historia está llena de naciones que, como lemmings enloquecidos, se han suicidado en masa. Lo triste del asunto es que este proceso ha sido perpetrado por una casta de vileza insuperable, con un pueblo engañado cuando no rendido o pusilánime, sin nobleza, por la espalda, por dinero, con nocturnidad y alevosía...
En Cataluña el castellano está MUERTO. Incluso para fregar suelos se exige catalán. ¿Sabéis quién mantiene vivo el castellano por estos lares? Los paletos, los horteras, los apestados, los freaks, los asociales, los perdedores, los tarugos, los mandados, los sudamericanos y poco más. Estos serían los hablantes accidentales, pendientes de reciclaje. Los voluntarios son en su mayoría espíritus libres y rebeldes que se resisten a ser asimilados al rebaño de una estirpe forjada en la falsedad, el resentimiento, la avaricia y la cerrazón. Hasta los charnegos de Montilla han sucumbido a la lobotomía general, que ha convertido al catalán en único idioma legítimo y además en pase para adscribirse a la oligarquía de sangre.
¿Es lamentable? Pues claro que sí, pero es la realidad. Un idioma maravilloso, un instrumento de comunicación incomparable y universal... ha sido estigmatizado, escupido, expulsado a patadas, vejado, humillado y despreciado por los mismos que en vida de Franco lo hablaban porque era "más fino". ¿Y cuál es la alternativa? Pues una jerga pastoril artificiosa, anodina, desalmada, precaria y retrógrada que para colmo ha bebido durante siglos de las fuentes castellanas y ha necesitado ser encorsetada por una secta de lingüistas para dotarla de mínima entidad, a costa de hacerla todavía más alienante.
Lo único que distingue a estos señores de los Nazis es la falta de una componente racial estridente. Pero cuidado, sólo hay que leer a los infaustos como el Dr. Robert o el mismísimo Heribert Barrera (ex-presidente de ERC) para ver cómo afloran sin complejos las más alocadas e infundadas patrañas raciales sobre los genes catalanes y demás delirios. Es lo que son... pero en Madrid se está muy cómodo lejos de estos problemas y ¿para qué preocuparse por esos catalanes si los pobres sufrieron tanto por culpa de España?
A diferencia de Vascongadas, en Cataluña no hay, ni ha habido, ni habrá alternancia política. Cuando cuatro de los cinco partidos políticos (descontando el fiasco de Ciudadanos) son abiertamente separatistas y el PP ocupa un lugar meramente testimonial para crear la ilusión de pluralidad, puede decirse que se está más cerca de una tiranía encubierta que de otra cosa. Pero insisto: NO me preocupa el terrible estado actual de las cosas. Soy contrario a intentar curar lo que está maduro para morir. Este cáncer lleva incubándose demasiado tiempo y ahora está desatado; es un proceso natural y saludable que un Estado decadente y basuriento como este termine en la descomposición más humillante. No es lícito ni estético pretender salvar algo putrefacto. Es mejor hacer limpio y asistir a la hecatombe desde una tribuna confortable, porque el evento será vistoso.
Cuando se está fomentando la inmigración musulmana antes que la sudamericana por puro racismo lingüístico, ello indica el grado de demencia a que hemos llegado por aquí. Afortunadamente su locura también juega en contra suyo y cuando la sociedad arruinada y dividida empiece a estallar en conflictos étnicos, paro desbocado, ostracismo merecido cuando España despierte y otras desgracias... entonces será el momento de barrer sus ruinas y edificar algo nuevo. Yo espero que concentrando más de un tercio de los musulmanes de España, el polvorín no tarde en estallar y al menos alguien hará el trabajo sucio por nosotros. Luego sólo habrá que reconquistar el solar a los moros y podremos incluso sentirnos legitimados para empezar de cero.
Os lo dice un catalán: no tengáis esperanza. Huid mientras podáis y no esperéis nada de esta gente. Están perdidos, van de cabeza al abismo y no puede evitarse. Está decidido.
Autor Texto: Carlos (Firmas invitadas)
Título e imagen: Batiburrillo
Publicado el 10 de mayo de 2009
Nota del administrador del blog:
El texto de Carlos se corresponde con un comentario anotado en la entrada “El nacionalismo catalán declara su odio a la lengua española”. Dicho comentario ha sido elevado a la categoría de artículo al reunir condiciones sobradas para ello: alta calidad en la redacción, fácil comprensión de las ideas expresadas (no necesariamente compartibles en su totalidad) y un punto de vista que pudiera considerarse “distinto”, si bien en apariencia claudicante. Pero sólo en apariencia, puesto que en el texto se apuntan las bases de lo que supondría aprovechar el tremendo error histórico para renacer a partir de las cenizas.
Policronio
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