lunes, 22 de octubre de 2018

Las ventosidades del gran líder cósmico


Si la tierra no es de nadie, según ZParo, entonces cómo queda el viejo eslogan propagandístico marxista que dice “la tierra es de quien la trabaja”. Es más, si nadie puede arrogarse la propiedad de la tierra, como asegura el bobo solemne (más solemne y bobo que nunca), qué debe hacerse con esos politicastros regionales que se apropian del agua que circula por sus feudos. ¿O es que el agua sí tiene amo en contra de lo que dice, precisamente, la Constitución española?


Parece mentira que un fulano así, cuyo cerebro anda repleto de ventosidades intermitentes y oquedades a intervalos, haya llegado a mandar (y renovar su mandato) sobre tantos millones de españoles. A menos, claro está, que los votantes hubiesen permanecido obnubilados en las dos últimas elecciones generales, la primera a causa del terror del 11-M y la segunda como consecuencia de haberse dejado engañar (por segunda vez) ante un Gobierno que en absoluto reconocía la crisis económica que ahora nos cruje. De otro modo no se entiende semejante torpeza colectiva a la hora de darle el poder al “Hijo del Viento”.

Desde un punto de vista socialista, es decir, desde el sector más improductivo de la especie humana, está bien eso de negarle la propiedad al mundo entero y adjudicársela a lo etéreo, lo que siempre permitirá, puesto que los del poder no cesan en sus ataques al cristianismo, que en las escuelas se vayan sustituyendo los crucifijos por estatuillas dedicadas a Eolo, dios del viento en la mitología griega como "sabe" todo hijo de la Logse.

No hay que olvidarse, además, que el bobo ha venido a proclamar la nula propiedad al más puro estilo anarquista, una nueva faceta que define el carácter atropellado e improvisador, de verdadero torbellino ideológico, que circula por ese cráneo borrascoso del que ahora manda. Y es que al paso que vamos más de un izquierdoso debe estar buscando ya al patrón de las pedorretas: acabarán santificadas a no tardar y será de buen tono soltárselas, como una forma de alabanza al dios supremo, en los momentos más suntuosos.

Texto: El Corregidor (Firmas invitadas)
Publicado el 18 de diciembre de 2009

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